Epílogo

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—Puedes decirme la verdad, Psique. Ya no me afecta.

—No creo que quieras saberlo. Ya pasaste por mucho. —Bajó su mirada.

—¿Ahora te compadeces?

—No, es solo que, No quiero tener que recordar eso.

—Quiero saber, ¿Por que me abandonaste? —Hablé de manera dura.

—Tu padré, yo estaba muy enamorada de él pero también estaba viviendo en una mentira, yo no sabia que él era un dios hasta que lo descubrí de mala forma y me fui de su lado, en ese momento lo odiaba con toda mi alma y mi ser, no lo quería ver y no quería tener nada que ver con él. Poco tiempo después me enteré que estaba embarazada de él, no lo podía creer que incluso cuando aún te tenia dentro de mi, no quería tener que verte y cuando naciste eras su viva imagen. No podía verte, no quería verte y yo era muy joven para cargar contigo así que te abandoné. En serio perdón, se que no podré remediar lo que hice.

—Jamás, pero te perdono, lo hice ya hace tiempo. —Ella decía la verdad. —Solo quería saberlo ahora que había oportunidad de hablar.

—Espero que haya más oportunidades, eres mi hija después de todo. —Trató de sonreír.

—No te preocupes, no seré una carga para ti. Ahora me tengo que ir. —Ella asintió y le di una última mirada antes de marcharme.

Llegué hasta mi padre y mis hermanas, realmente te desplazas más rápido en silla de ruedas y hasta  cierto punto es divertido.

—¿Cómo te fue con tu madre? —Habló Eros.

—Ella no es mi madre papá, al menos no de la forma que tu piensas. Pero Psique y yo podremos convivir tranquilamente. —Le sonreí. Parece que eso alivio a todos.

Han pasado varios meses desde todo lo sucedido, aún no logró recordar nada de lo que pasó y eso me a dejado sin dormir por muchas noches.

Llegamos a casa y Nia se fue a jugar con Alía y JongSun, ambos se llevan bien con ella y me alegró, son unos niños preciosos con unos ojos particulares. Me quedé viendo el paisaje. Todo era tan bello y aunque el clima es un poco más fresco, aún el sol sale todos los días y se siente bien.

—¿Estas bien? —Maya llegó a mi lado. Estaba preocupada por mi.

—Podría estar mejor. —Le sonreí.

—¿Qué es eso que tienes ahí? —Señaló mis piernas. En ellas había un diario el cual tomé y se lo di. —Esta en blanco.

—Lo está. —Afirme su respuesta.

—¿Por qué está en blanco? —Frunció el ceño.

—Por que tu lo llenaras, con cada acontecimiento, cada cumpleaños, cada día importante, cada sentimiento, todo. Incluso en mi habitación hay más por si te lo acabas, puedas seguir escribiendo. —La cara de mi hermana era un poema pero luego sus ojos se llenaron de lágrimas.

—¿Lo harás cierto? —La miré con tristeza. —Jean...

—Lo deseo, deseo saber que paso, deseo recordar todo, se que soy una egoísta pero realmente lo necesito.

—¿Y eso te hará sentír mejor? No quiero que te vuelvas quebrar. —Negué suavemente y la miré tratando de tranquilizarla.

—Voy a estar bien, así que te pido que hasta que yo regresé, escribas todo. Deseo también recordar eso. —Le sonreí, su llanto no cesó pero ahora estaba sonriendo.

Me alegraba que ella me apoyase.

—¿Qué hay de Nia?

—Hablé con ella ayer, fue difícil convencerla pero ella también desea que recuerde todo, extrañamente.

—Entonces, esta decidido. Me encargaré de cuidarte muy bien. —Beso lo cabeza.

[...]

Papá me llevaba en brazos, era tan delicado y suave. Estaba un poco asustada pero sabía que era esto lo que quería. Maya estaba aquí con Hedoné y Nia, al parecer se volvió un ritual familiar, pero no me molestaba.

Agradecia que ellas estuvieran aquí. Me hacían sentir segura.

Ahora todos veían lo mismo que yo, agua cristalina, con mariposas alrededor. Papá se adentro al agua conmigo y me dejo suavemente sobre esta para después alejarse. Estaba flotando y me sentía relajada.

—¿Algo que decir? —Habló nuestro padre.

—Nia, si no estoy para cuando seas una adulta, por favor no hagas ninguna tontería y si la haces recuerdala bien, que te sirva de anécdota pera reír juntas y si encuentras el amor, asegúrate de que no sea un patán. —Nia asintió frenéticamente mientras limpiaba sus lágrimas. —Maya, jamás hice algo lo suficiente grande para agradecerte todo, pero en serio salvaste todo mi ser al quedarte y luchar por mi, te amo tanto y no olvides escribir todo. Hedoné, se que te secuestré y lamentó eso pero, eres una bebé hermosa y espero que me recuerdes aunque sea vagamente y cuando te vuelva a ver seas una mujer bellísima y fuerte. Y papá, gracias por dejar una huella en mi corazón y por salvarme de mi muerte, los amo en serio. —Las lágrimas comenzaron a brotar de mi. Me sentía feliz.

—Te veremos pronto, cariño. —Escuché a mi padre cuando cerré los ojos.

—Traeme un bonito recuerdo. —Habló fuerte Nia, a lo que sonreí.

—Escribiré hasta las peleas con mi marido solo por ti, Jeannette.

Y el leve llanto de Hedoné fue lo último que escuché antes de ver todo negro y caer dormida.

—Hey, hey ¿Estas bien? Ella sigue con vida, tiene pulso y respira. —Era la voz del mismo niño que escuché antes. —La llevaré para allá.

Sentí como me cargó y corrió conmigo hacia un lugar que no puedo ver con claridad. Abrí un poco mis ojos para ver al niño, era pelinegro, ojos verdes, pálido y sus labios eran rosados.

Sonreí internamente, aquel hombre que había odiado durante gran parte  mi vida fue él mismo que me cargó en brazos para salvarme. Pero sentía mi corazón agitarse con fuerza.

—Estarás bien. —Me miró con preocupación.

Luego todo se volvió oscuro de nuevo y estaba dentro del bosque. Sabía que era momento de revivir aquello que me atormento durante toda mi vida, pero ahora es diferente, ahora se la verdad de todo.

Fin.

Jean regresará...

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