Jean.
De nuevo estaba aquí, pero era diferente, no estaba en las habitaciones pasadas. Recordaba este lugar, entre aquí un par de veces, era el despacho del rey. La niña rubia estaba sentada frente al escritorio, un hombre entro con lentitud.
—Papi, mírame, soy tú. —Hizo como si estuviera trabajando. En un momento hizo un movimiento brusco y tiro un vaso de cristal quebrandolo.
El sonido me asustó así que me acerqué a ella con preocupación, aunque se que no puede verme.
—¡Cariño, cuidado! No te muevas. —Habló rápidamente al ver cómo la niña se bajó con miedo de la silla.
—Perdoname papá, yo no quería tirarlo, fue un accidente. —Comenzó a lloriquear.
—Tranquila, ¿Estas bien? ¿No te cortaste o te lastimaste? —Se acercó a la pequeña y la cargó en sus brazos, la pequeña lo rodeó con fuerza del cuello. —Tranquila, solo fue un vaso, lo importante es que tu no te hayas lastimado.
—Estoy bien. —Su voz quebrada me hizo un nudo en la garganta.
—¿Te asustó el ruido? —Asintió mientras se escondia más en su cuello.
Aquello me hizo llorar, ni siquiera sabía el por que un vaso rotó había provocado tanto en mi.
—Tranquila, vamos afuera a que veas las mariposas, ya es abril y hay muchas. —La niña salió de su pequeño escondite y miró a su padre con los ojos llorosos. —No te asustes, papá está aquí.
Papá está aquí.
Pero todo sigue siendo tan confuso, tan borroso.
Me levanté molesta al escuchar de nuevo la voz de Atea. Busqué con la mirada a la mujer para encontrarla frente a Hedoné, estaba frente a la bebé mientras su mano estaba dentro de su cuna. La bebé no lloraba, y solo veía sus manitas moverse frenéticamente.
—Te dije que si no callabas a esta bebé, la mataría. —Abrí los ojos de par en par. Aska bajo de mi brazo y saltó hacia Atea rodeando su cuello y boca.
Eso hizo que la alejara de la bebé. Puse a Hedoné detrás de mi mientras lloraba otra vez.
Atea se soltó de Aska dejándolo herido.
—Así que te encariñaste con esa bebé. ¿Qué acaso no recuerdas que por su culpa tu madre ya no te quiso? —Negué. Cerré los ojos con fuerza tratando de evitar mi molestia. —O que tu padre también te dejo ¿lo recuerdas?
Solo es un vaso roto, no puede hacerme daño.
—Gracias a mi eres lo que eres. —Sonrió. Abrí mis ojos y la miré con enojo, estaba harta de ella.
—Te equivocas, mis padres me amaban, tanto que dieron su vida por mi y tu también daras la tuya. —Sonreí de oreja a oreja. Me acerqué a ella corriendo y clave mis uñas en su cuello.
Caímos al piso mientras ella trataba de safarse de mi, tomó mi cuello con fuerza haciéndome retroceder. Saqué mis uñas de su cuello sintiendo como su sangre manchaba mi rostro y mis manos. Pateé su estómago para de nuevo tenerla debajo de mi.
—Eres débil, sin mi no eres nadie y jamás lo serás. Estoy harta de ti y de tus manipulaciones, tus mentiras y tu acosó, por tu culpa mate a las personas que me amaban pero no dejaré que perras como tu me manipulen de nuevo ¡Jamas! ¿Me escuchaste? —Por fin pude respirar. —Claro que me escuchaste, lastima que fue demasiado tarde para que respondieras.
Observe el rostro desfigurado de Atea, la sangre brotaba y humedecia la tierra bajo de nosotras y no pude evitar reír. Miré mis manos y me sentía libre.
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RETURN
Fanfiction5 diferentes especies divididas por un bosque en el cual cada que entras no vuelves a salir, al menos no vivo. Una familia entro en aquel lugar y solo una pequeña niña logró salir sin darse cuenta que los fantasmas de aquella noche la atormentarian...