17.

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Liam volvió a aparecer frente a su puerta dos días después, cuando el celo de Zayn finalmente concluyó.

Entre palabras de agradecimiento dichas por su mejor amigo y un montón de abrazos por parte de Ezra, Harry y Louis acabaron despidiéndose del par de criaturas con la promesa de que el Omega se aseguraría de tener muchos más cuentos para el cachorro en un futuro.

Apenas el lobo y su cría desaparecieron por el umbral de la entrada, Harry se dirigió de vuelta a la cocina e ingresó en el momento exacto en que el ojiazul obtenía un nuevo frasco de cereal desde el interior de una de las gavetas más bajas.

Cuando Louis logró su objetivo, giró sobre sus pies, topándose de inmediato con la presencia del Alfa al otro lado del recinto.

La pequeña sonrisa que alzaba las comisuras de su boca cayó y, en su lugar, los zafiros viajaron hacia el tesoro entre sus manos.

Incómodo, Harry carraspeó.

"Uhm, estaba pensando," comenzó en una voz alta e intranquila, costándole algunos segundos antes de que la atención de la criatura volviese a caer sobre él y cualquier cosa que estuviera a punto de decir. "Tal vez podríamos salir a caminar un poco, ir al lago, recorrer la aldea," dudó. "Uhm, no lo sé, sólo salir."

Fallidamente sus esmeraldas intentaron, de alguna manera, mantener la mirada del Omega el tiempo suficiente para tratar de comprender por qué la actitud de Louis había vuelto a ser la de una silenciosa e inexpresiva criatura.

Pero él ni siquiera parecía interesado en observarlo de vuelta.

La mañana después de haber recibido el pequeño libro de cuentos, el Omega no se había molestado en proferir palabra alguna hacia el rizado, o por lo menos mirarlo durante más de unos pocos segundos.

Al creer que se trataba sólo de otra de sus repentinas crisis de angustia, Harry creyó que sería cuestión de tiempo para que su ánimo regresara a la normalidad.

Sin embargo, con el transcurso de las horas, pudo darse cuenta de que con Ezra no parecía existir inconveniente para mantener animadas conversaciones de torpes frases balbuceadas y risitas cómplices. Siendo todo sonrisas dulces y aroma sereno a la hora de interactuar con el cachorro y retomando ese gesto de seriedad cuando el Alfa intentaba unírseles.

Harry era el problema, estaba más que claro.

Harry y sus estúpidos impulsos. Harry y su idiota lobo incapaz de contenerse.

Durante el transcurso de aquellos días, el lobo no había hecho nada más que arrepentirse de lo que ocurrió después de entregar su obsequio y maldecirse internamente por ser un lobo tan jodidamente irrespetuoso. Louis lo había besado primero, estaba claro, y había dado su autorización para que el Alfa volviese a besarlo después, pero, ¿y si lo hizo porque no sabía cómo negarse?

¿Y si se arrepintió en cuanto sintió los labios de Harry sobre él? ¿Y si no sabía como decirle que había sido el peor primer beso que alguna criatura jamás recibió?

Muchas de sus dudas internas eran estupideces sin sentido, lo sabía. Sin embargo, no podía evitar que todos esos absurdos pensamientos nublaran su raciocinio después de pasar las últimas horas lidiando con el rechazo de aquella criatura que apenas hace un par de días lo había reconocido como su Alfa.

No podía evitarlo después de ver cómo esa cercanía que empezaba a existir entre ambos de pronto era suplantada por una profunda intranquilidad.

Louis lo miró apenas por un instante antes de llevar nuevamente el interés de sus fanales hacia cualquier otro punto que no fuesen los orbes contrarios. Recordándole al Alfa los primeros momentos cuando la criatura llegó a su hogar, en donde ni siquiera tenía la confianza suficiente para decirle su nombre.

Wolves. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora