Wolves. [TERMINADA]

42.1.

Harry despertó presa del aturdimiento y con cada parte del cuerpo doliéndole como si hubiese pasado las últimas semanas corriendo sin descanso a través del bosque.

Mierda. Fue el primer pensamiento consciente que logró tener en medio de toda esa turbación. Puta mierda.

Le costó una infinita cantidad de tiempo conseguir aclarar su cabeza y alejar las sombras nublando sus fanales para darse cuenta de que se encontraba una vez más en su forma mortal, con los músculos del cuerpo totalmente entumidos y las adoloridas piernas cubiertas por una roída y sucia tela grisácea que le llegaba poco más abajo de la rodilla. Un inusual hormigueo le recorría la extensión del brazo derecho, desde el hombro hasta la punta de los dedos.

Jodida mierda.

Intentó sacudir su brazo para deshacerse de la extraña sensación, percatándose de que sería algo imposible de realizar en cuanto sus orbes se posaron sobre la extremidad, siendo testigos de cómo ésta se hallaba firmemente encadenada a un barrote metálico de varios centímetros de grosor, con una apariencia indestructible; dejando su brazo paralizado en totalidad y restringiendo cualquier movimiento que se le pudiese ocurrir llevar a cabo.

Harry maldijo entre dientes.

El padecimiento arraigado en sus extremidades progresivamente comenzaba a regresar hasta apoderarse de su espíritu, sumergiéndolo en una vertiente de dolor y agonía que no hacía más que alterar sus ya afectadas emociones. Tiró de su brazo aprisionado con la poca fuerza que fue capaz de reunir, buscando obtener su libertad y fallando en el momento en que las cadenas se sacudieron apenas lo suficiente para golpearse contra los barrotes. Provocando que el sonido metálico del impacto le resultase imposible de tolerar.

Suspiró.

Su anatomía yacía extendida de una incómoda y dolorosa manera sobre el frío suelo de metal, el cuerpo entero le dolía y el estremecimiento de sus músculos no parecía dispuesto a cesar en un futuro cercano. Bajó la vista a su abdomen expuesto, centrando la atención de sus orbes sobre las áreas dañadas en su piel; el olor de las quemaduras parecía seguir presente, acompañándolo, brotando de la dermis calcinada al tiempo que ésta emanaba un sofocante e inusual calor.

Observó las perfectas circunferencias puestas sobre su torso, una debajo de sus costillas y otra cerca del inicio de su cadera; las zonas lastimadas oscilaban entre un color rojizo y marrón, oscurecidas en los bordes achicharrados y dándole una apariencia putrefacta a la curtida dermis debajo.

Se dedicó a analizar las marcas una y otra vez, pasando sus ojos sobre cada una de las quemaduras visibles, algunas, no tan exactas como las primeras, rodeaban sus costados hasta terminar en la parte baja de su espalda.

Lo habían marcado, con esas horribles huellas plasmadas a lo largo de toda su anatomía. Los humanos lo habían marcado de por vida con sus torturas.

Harry llevó un tembloroso dedo a una de las zonas afectadas, presionando suavemente los inflamados músculos alrededor y sorprendiéndose cuando la descarga de dolor que lo atacó no fue tan intensa como se lo esperaba.

"Las quemaduras destruyeron tus terminaciones nerviosas, n-no sentirás mucho dolor por ahora, no hasta que la piel empiece a regenerarse..."

La conocida voz lo tomó por sorpresa, obligándolo a apartar los ojos de las marcas y echar por primera vez un vistazo a su alrededor.

Era evidente que se hallaba una vez más aprisionado en el interior de una jaula, aunque lucía semejante a la que los hombres habían usado para sacarlo de su celda quién sabe cuánto tiempo atrás, Harry pudo darse cuenta de que ésta era de un tamaño mayor, sus barrotes aparentaban ser mucho más resistentes a los que logró destruir tiempo atrás y no había rastro alguno de que la imponente prisión hubiese sido sometida a cualquier tipo de enfrentamiento reciente.