18.

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Tensión sexual.

El par de palabras adecuadas para definir la vida de Louis y Harry.

Tensión sexual. Tortuosa y excesiva tensión sexual.

El Alfa no lograría definir con exactitud qué fue lo que la desencadenó. No supo si se debió a la ávida forma en que el ojiazul atacó sus labios la primera vez, o a la manera en que él se permitió derretirse bajo ese toque.

O, quizás, había sido que, después de probar los labios del otro, ninguno de los dos parecía dispuesto a apartarse.

Así que sí, Harry sucumbió ante su necesidad de Louis. Y no, no se arrepentía de hacerlo.

No podía arrepentirse cuando Louis empezaba a ganar más y más confianza a su alrededor, cuando le dedicaba aquellas encantadoras sonrisas a mitad de sus besos, o cuando, con dulces toques, acariciaba el rostro del Alfa mientras sus bocas se unían en acompasados movimientos.

Definitivamente no podría arrepentirse cuando a su Omega se le llenaban las mejillas de color antes de acurrucarse sobre su pecho y señalar con un dedo sus labios, en una silenciosa petición que Harry no se negaba a cumplir.

A la corta y ridícula edad de once años, un inocente cachorro de mirada esmeralda había sido forzado a dar su primer beso, después de que Zayn creyera que sería una maravillosa idea utilizar al pequeño lobo de rizos para provocarle celos a aquella criatura que, él juraba, era su alma gemela.

Liam no le dirigió la palabra durante tres semanas.

Hasta que Harry le mintió al pelinegro diciendo que su mejor amigo había comenzado cortejar a una bonita Omega que compartía clases con él.

Fue apenas una mentira piadosa, pero bastó para que su tonto amigo corriera a los brazos del Alfa y, entre lágrimas, le explicara que todo había sido un malvado y estúpido plan de su parte para ponerlo celoso.

Que la única criatura a la que Zayn podría querer era Liam. Y nadie más.

Por lo que, efectivamente, Harry podría no poseer mucha experiencia en cuanto a besos, e incluso la torpeza de sus acciones llegaba a delatarlo con facilidad cuando el Omega se volvía un poco más exigente. Pero, mientras más interactuaba con esos labios azucarados, más sencillo resultaba para sus instintos comprender los caprichosos mandatos de la criatura.

Empezaba a familiarizarse ya con el roce de la piel contraria, la forma en que sus lenguas se encontraban al profundizar el contacto, y cómo Louis parecía tener un deleite en tirar de sus rizos de vez en cuando.

Harry poco a poco iba aprendiendo que al Omega le gustaba besar despacio después de una ronda acelerada. Le gustaba ir sin prisa cuando ambos luchaban por recuperar la respiración, deteniéndose a saborear su labio inferior hasta que se sintiera hinchado y palpitante.

Su brazo izquierdo se apoyó flexionado por encima de la manta en cuanto el lobo recargó todo el peso de su cuerpo sobre esa extremidad. Con su mano libre, acarició el rostro de Louis como ya se le había hecho costumbre.

Le encantaba recorrer la piel de su mejilla con los dedos, tierno y delicado, y después sujetar su mandíbula mientras se besaban, a veces bajando el roce de sus dígitos hacia el cuello de la criatura, en donde tenía la completa libertad de sentir esos bordes carnosos bajo su tacto.

El Omega soltó un suspiro que Harry amortiguó con sus labios.

¿Cómo habían terminado en esa situación?

Con el cuerpo del Alfa prácticamente recostado entre las piernas extendidas de la criatura, el rumor de la cascada escuchándose a la lejanía y una cesta llena de apetitosos postres siendo dejada de lado apenas los brazos de Louis lo atrajeron hacia sus labios.

Wolves. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora