23.

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"Louis...." Intentó, sin éxito. "Lou..."

Harry no obtuvo contestación alguna, tal como había ocurrido durante los pasados treinta minutos.

"Louis..."

Silencio.

"Louis, abre la boca"

La respuesta del Omega fue negar con la cabeza, manteniendo firmemente los labios cerrados.

Frustrado, el Alfa soltó un suspiro.

Suficiente.

"Louis, estoy comenzando a perder la paciencia aquí, abre la boca ahora"

La criatura lo miró atento, largas pestañas batiéndose con lentitud antes de llevar ambas manos por encima de su boca. Cubriéndola por completo.

"Oblígame" murmuró con la voz ahogada por sus palmas.

Harry pensó que no sería tan mala idea tomarle la palabra.

Se encontraban en el interior de su habitación, siendo el único lugar en donde podían estar después de que Harry lograra alcanzar a un enérgico Omega que lo hizo tratar de atraparlo por toda la cocina durante al menos veinte minutos.

Riéndose de él cada vez que lograba escabullirse, rodeando la mesa como si estuviesen en un entretenido juego donde el principal objetivo era acabar con la paciencia del lobo, y corriendo por los pasillos con una velocidad que Harry ni siquiera sabía que esa criatura poseía.

Louis había pasado toda la mañana comportándose como lo que en realidad era; un cachorrito mimado y juguetón.

Y, extrañamente, a Harry no le molestaba tanto como debería.

Incluso, tal vez, se había divertido sólo un poco mientras corría detrás de él como si nada más importara.

Tres días habían transcurrido desde su visita a Lucas. Setenta y dos horas en las que el ojiazul no hacía más que quejarse por el asqueroso sabor de aquel remedio que el curandero les dio.

Si Harry era honesto consigo mismo, en realidad él tenía razón, el sabor de esa cosa era jodidamente horrendo. Lo descubrió por sí mismo la primera mañana en la que su Omega lo besó después de beber aquella extraña medicina.

El desagradable sabor quedó arraigado en su paladar el resto del día y, cuando creyó que por fin se había ido, Louis volvió a tomarlo a la noche y corrió a besarlo nuevamente, para, según él, contrarrestar el sabor.

A ese paso, Harry terminaría entrando en celo también.

Observó a su Omega, de pie frente a la cama en donde él se mantenía sentado, viéndolo con esos fanales añil que no hacían otra cosa más que gritar; no vas a lograr que lo haga, idiota, y una magnífica idea cruzó su mente.

Apartó el frasco lo suficiente para que no llegara a correr peligro y extendió ambos brazos a los lados, en una petición a la que bien sabía, su Louis no se negaría jamás.

"Ven aquí, Lou" pidió, con un fingido puchero posándose en sus labios y pretendiendo dar por olvidada su creciente frustración. Louis lo miró alzando una ceja, sin hacer ademán de moverse. "Vamos, tu Alfa quiere que te acurruques con él, ¿vas a negarle ese privilegio?"

El pequeño infeliz asintió con la cabeza.

"Lou, déjame abrazarte y llenarte de mimos..." suplicó mientras le regalaba su mejor expresión de inocencia. "Quiero que mi Omega me abrace."

"No voy a caer, Alfa"

Oh, por supuesto que lo harás.

"Bebé" pidió, alargando la última vocal al tiempo que sus pestañas se revolvieron con exageración.

Wolves. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora