02.

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Harry cambió a su forma mortal apenas comprendió lo que pasaba. Sus ojos se aguaron y su lobo, su pobre lobo, pareciera haber corrido a esconderse a un rincón cual cachorro herido.

Muerto. Se repitió. ¿De verdad está muerto?

Cerca del cuerpo de la criatura, su difusa visión se topó con algo que le hirvió la sangre y lo preparó para acabar con la vida de cualquier humano que tuviese el valor de acercarse lo suficiente. Un látigo, hundiéndose en la capa de nieve que cubría el suelo, manchado con un brillante color carmesí en uno de sus extremos.

El látigo que usaron para dañar a ese precioso ser.

Jamás podría encontrar las palabras adecuadas para describir la conmoción que se apoderó de su alma en ese momento, tantas emociones golpeándolo tan repentinamente, tanto odio, tanto resentimiento y dolor mezclándose con la más desgarradora de las agonías.

Ahí, en ese bosque lleno de desesperación y dolor, Harry fue abordado por sentimientos que nunca antes había experimentado.

Quiso gritar, quiso llorar, quiso hacer cualquier cosa para aliviar ese repentino dolor destrozándole el corazón.

Durante su tiempo como rescatista, había sido testigo del sufrimiento que los Omegas atravesaban a manos de los humanos, él mismo había llevado en sus brazos a decenas de criaturas agonizantes dando su último aliento, pero esto... esto era jodidamente diferente para él.

La opresión naciendo en su pecho creció hasta volverse asfixiante, sentía que el aire le faltaba y, al mismo tiempo, algo dentro de él parecía no querer recibirlo.

Era un choque de sensaciones tan intenso el que experimentaba, que incluso podía sentir el dolor escapando de su interior. Volviéndose real, tangible, materializándose en cada minúscula parte de su cuerpo.

Duele, duele como la profundidad de una herida reciente.

El temblor de sus extremidades se volvió cada vez más evidente, aún con la baja temperatura del exterior, sabía que el estremecimiento apoderándose de su cuerpo no era debido al frío. Lágrimas resbalaban por sus mejillas en un silencioso llanto que Harry no se sentía capaz de controlar, cuando un sollozo entrecortado se le escapó, sólo atinó a cubrir rápidamente sus labios con ambas manos.

Fue ahí cuando lo escuchó.

Su llanto fue acompañado por otro más agudo. Ambos encontrándose y perdiéndose entre el ruido de la naturaleza.

No se detuvo a indagar si aquel sonido había sido producto de su imaginación o no, en un acelerado andar cerró la distancia que lo separaba del cuerpo de la criatura; sus movimientos siendo más que delicados y amables roces, sin intención alguna de causarle más daño.

No quería hacer nada que pudiese herirlo.

Se encargó de romper la cuerda que inmovilizaba sus muñecas, forzándose a ignorar las espantosas marcas rojizas que habían quedado plasmadas en la dermis.

Apenas se deshizo del amarre, el frágil cuerpo cayó sin fuerza hacia adelante, Harry reaccionó de inmediato y se apresuró a sujetarlo antes de que estampara bruscamente contra la tosca superficie del suelo.

Sus dedos ardieron al sentir la heladez de aquella desconocida piel, y su lobo, todavía aturdido por el golpe de emociones recientes, pareció encontrar un poco de consuelo ante el repentino toque.

Más. Suplicó en su interior. Más.

No podía evitar pensar en lo insólita que era toda esa situación para él y sus instintos. No era esa la forma en que solía reaccionar al encontrarse con criaturas necesitadas de ayuda, la desesperación de su lobo por aspirar un poco más de aquel aroma, por proteger a un completo desconocido... no era nada que Harry hubiese experimentado antes.

Wolves. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora