Diez. La feria

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Se llegó el día de la feria de Avonlea, me puse un vestido color verde menta con rosa pálido, me puse un sombrero a juego y me dejé el cabello suelto. Tomé un parasol de encaje y salí.

En la feria me encontré con varios vecinos y compañeros de la escuela, todo estaba muy bonito, había comida, juegos, actividades, concursos, sentí ganas de llorar al pensar que nuestro pequeño pueblo ya necesitaba algo de distracción.

Encontré a Anne, quien se veía bellísima con el vestido de Diana, sentí una punzada de tristeza, pero fui hacía ella y la saludé.

–¿No es increíble todo? Traje un pastel de Mary para el concurso de repostería.

–Si, todo es increíble, hagamos algo en lo que empieza el concurso –dije y fuimos a buscar alguna actividad.

Nos detuvimos en el juego de dispararle a unos patos y le pagué a Anne un juego, no ganó nada.

–¿Has visto a Gilbert? –preguntó.

–No, ya debería estar aquí.

Un rato mas tarde vi a Gilbert caminar a lado de Winnifred, detrás de ellos venían los que pensé que serían sus padres. Me quedé viendo con algo de tristeza.

–¿Quién es ella? –preguntó Anne.

–Es Winnifred.

–¿Y qué hacen juntos?

–Nosotros le dijimos que aceptara el negocio y la universidad ¿no? Además no se ve que vengan a modo de pareja.

Gilbert comenzó a acercarse a nosotras y Anne y yo pusimos nuestras mejores caras.

–Buenos días, amigas, les presentó a Winnifred y a sus padres.

–Un gusto, soy Danielle.

–Soy Anne, mucho gusto.

–Esto es hermoso, le decía a Gilbert que ojalá tuviéramos algo así en Charlottetown ¿verdad? –dijo Winnifred.

–Supongo que en Paris hay eventos geniales también y tú y Gilbert podrán visitarlos –dijo el padre.

Gilbert abrió los ojos de par en par.

–Sería increíble –dijo Winnifred.

–Nos tenemos que retirar, con permiso, que la sigan pasando bien –dije con un movimiento de cabeza.

Me llevé a Anne quien se veía triste y disgustada.

–Winni también se irá a Paris con Gilbert... –dijo después de un rato.

–"Con Gilbert" suena demasiado.

De pronto Diana se acercó, se le veía muy feliz, traía una figura de un perrito blanco y lo miraba ensoñadora.

–¿Dónde estabas? –preguntó Anne– Que lindo premio ¿De dónde lo sacaste?

–Oh, precisamente eso hacía, lo gané en un juego –dijo nerviosa. Entendí que había estado con Jerry.

De pronto Gilbert apareció nervioso.

–Chicas, lo siento, no sabía que Winni... vine en cuanto se distrajeron para explicarles.

–¿Qué haces aquí con ellos? –preguntó Anne.

–Los invité de manera formal, ya que haremos negocios. Créanme por favor.

–Te creemos, Gilbert, descuida –respondí sin sonar convincente.

Nos separamos de Gilbert y él volvió con Winnifred y sus padres. Después de un rato los volvimos a encontrar en el concurso de repostería. En el cual resultó que Anne puso algo que no era en su pastel, lo cual disgustó a los jueces, ella estuvo triste todo el rato y yo la abracé, después de un rato se fue con sus padres y yo me fui con Diana a buscar algo de comer.

Por la tarde, vi como Anne iba con sus padres hacia el globo aerostático, desde arriba su cabello rojo brillaba.

En la noche nos reunimos todos en un gran salón y comenzó el baile, yo me sentía muy cansada así que tomé asiento y vi como Gilbert, Anne y Winnifred se ponían en el mismo grupo para bailar. Noté como él no sabía a cual de las dos mirar.

Días después me encontraba en el patio de mi casa pintando un cuadro de unas flores. Diana salió muy arreglada y me dijo:

–Iré a ver a Anne, de paso a ver si me encuentro con Jerry –dijo sonriente– ¿Quieres ir?

–Quisiera, pero tengo que terminar esto –señalé el cuadro con un pincel.

–Bien, entonces ya vuelvo.

Continué pintando hasta que me dolió la espalda, dejé la pintura en el exterior para que secara al aire libre y fui a servirme un poco de limonada. Diana entró sollozando por la puerta de la cocina.

–Danielle, Anne... Ya no somos amigas –dijo, noté que no tenía su collar de la amistad.

–¿Qué ocurrió? –pregunté dándole un abrazo.

–Jerry le dijo que lo veo inferior, ella se ofendió y dijo cosas que me lastimaron, que de seguro ella tampoco era merecedora de mi amistad por nuestras diferencias de clase social... No puedo creer que ella dijera eso.

Me sorprendí mucho por lo que acababa de escuchar, así que una vez que mi hermana se tranquilizó y fue a su habitación fui a Greengables.

Anne se encontraba alimentando a unos pollos.

–Hola –saludé, pero no me respondió–, ¿Puedo saber que ocurre con Diana?

–Ella debió habértelo dicho...

–Me dijo algo, pero quiero escuchar tu versión.

–¿Sabías lo de Jerry? –preguntó ignorando mi petición. Asentí– Entonces eres igual que ella, si no soy merecedora de la amistad de Diana Barry, entonces menos lo seré del amor de Danielle Barry.

–Anne eso no es verdad, Diana y yo...

–¡No quiero verlas a las dos! Vete por favor.

–Si eso quieres... –dije indignada y me fui a casa.

Danielle de Avonlea Donde viven las historias. Descúbrelo ahora