24. Espada, yo, pared

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Rebecca entró con una bandeja de comida y me saludó, nos dispusimos a comer en la pequeña mesa que había en la habitación y después de eso me fui a dar un baño.

Después de arreglarme salimos de vuelta al hospital y yo abrazaba mi maletín, al entrar a la clínica nos encontramos a Gilbert y a Cole sentados en la sala de espera.

–Buenos días –saludó Cole.

–Buenos días, siéntense, sus padres están con ella –dijo Gilbert con los brazos cruzados.

Nos quedamos en silencio, pues Gilbert seguía cruzado de brazos y con los ojos cerrados, Cole estaba leyendo un libro y nosotras tres no sabíamos que decir.

–¿Quién va a entrar primero a verla? –preguntó Rebecca rompiendo el silencio.

–Yo, le voy a leer algo y luego pasan ustedes –respondió Cole.

–De acuerdo –dije y volvimos a quedar en silencio.

Después de un rato los padres de Anne salieron y nos saludaron, se veían muy felices.

–Puedo ver que todo está bien –les dije con una sonrisa.

–Si, la niña está mucho mejor desde anoche, ya comió mejor y dice estar tan feliz después de muchas semanas, creo que verlos le ha caído mejor –dijo su madre.

Diana me miró por un momento y entendí lo que su mirada quiso decir, suspiré un poco, ya tenía los ojos de Gilbert y Rebecca clavados en mi, los de ella llenos de confusión y los de él no supe interpretarlo.

–Me alegro que se encuentre mejor, señora Marilla... Saldré un momento, los hospitales me marean después de un rato –dije y me puse de pie.

Me senté en una jardinera observando las flores, pensando en Anne, me alegraba de que estuviera mejor, pero si era por lo qué pasó conmigo el día anterior me dejaba muy angustiada pues no sabría como tomaría el hecho de que me volviese a alejar de ella ¿Y si volvía a recaer?

–¿Cómo le dirás que tú ya estás con alguien más y no tiene la más mínima posibilidad? –dijo la voz de Gilbert detrás de mí, sonaba muy molesto.

–¿Qué es lo que sabes? –pregunté, pues su molestia debía tener motivo.

–Todo, que la besaste y le hiciste creer que tendría una oportunidad contigo. Y siendo sincero y un poco egoísta no sé si me molesta mas el hecho de que la ilusiones o que a mi me rechazaste tantas veces y a ella en la primera oportunidad la besas.

–Gilbert, conoces muy bien la situación para juzgarme de esa manera.

–¿Y cuál es la situación? Te apareces aquí con tu nueva novia y en cuanto tienes oportunidad de estar con Anne la besas sin detenerte a pensar si eso le dolería después o a Rebecca... O a mí.

–Yo sólo la vi ahí tan vulnerable, pidiendo por mi y no podía hacerla sentir peor de lo que ya estaba.

–Bien, pues ahora tienes un problema y es decirle que estás con Rebecca y no tiene oportunidad.

Me le quedé mirando fijamente y su rostro pasó de la molestia a tristeza, yo no sabía que decir.

–Lo siento, no debí dejarme llevar por mis sentimientos –dije sinceramente–, ahora no sé que hacer.

–Perdón por haberme molestado... Sé que aún la amas y si yo hubiera tenido oportunidad de besarte lo hubiera hecho, pues es difícil mandar al corazón, así que te comprendo... Al menos descubrimos que Anne se enfermó de amor.

–No creo que sea muy profesional de tu parte decir que alguien se enfermó de amor.

–Hay cosas que no tienen explicación, los doctores de Anne no sabían que le ocurría y ahora que apareces tú solo puedo decir que te necesitaba al igual que yo –dijo llevándose una mano al corazón.

Danielle de Avonlea Donde viven las historias. Descúbrelo ahora