Diecinueve. Matices

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Terminamos de secarnos y acomodarnos el cabello en la habitación de Lilly, así que las tres salimos hacía el lugar donde estaban todos los invitados. Lilly fue a saludar a gente que recién llegaba y nosotras tomamos lugar en el escenario improvisado.

–Bien, como lo hemos ensayado, mucha suerte, eres muy talentosa –me dijo Rebecca con una sonrisa sincera.

–Tú eres mas talentosa que yo, sabes muchas cosas.

–Cantidad no es lo mismo que calidad, pero gracias, juntas haremos historia.

En ese momento comenzaban a repartir la comida y nosotras nos dispusimos a tocar y cantar, pude notar que la gente nos miraba, muchos entonaban la canción junto conmigo, otros dejaron de lado sus alimentos para vernos, Lilly aplaudía desde su mesa.

Así que al finalizar nuestro acto, me sentía mas satisfecha que nunca. Lilly nos agradeció demasiado, pero nosotras le agradecíamos a ella por darnos la oportunidad junto a su padre. Prometió visitarnos en la casa de quedada.

Salimos de noche, sentí un poco de escalofríos al notar que las calles estaban muy solitarias, pero me aferré del brazo de Rebecca, quien iba alerta a cualquier movimiento. De pronto vi una figura masculina acercarse y puse mi mano en un puño por si necesitaba soltar un golpe, pero me relajé al notar que la persona era Cole.

–¿Qué haces aquí? –dijo Becca recuperando el aliento, parecía  que se contuvo de respirar segundos antes.

–Pues vengo a llevarlas a casa, es muy noche para que anden solas.

–Te lo agradezco demasiado, Cole, que gran amigo eres –respondí.

–La verdad se lo debes a Gilbert, fue quien me dió la idea hace un rato, llegó empapado a buscarme y tuvo otra discusión con Cristina, pero logró decirme que viniera.

Me quedé callada, cuando me recordaban su nombre sentía mi corazón latir mas deprisa, pero si me mantenía quieta lograba controlarlo.

–Genial, otra cosa que le debemos a Blythe –dijo Rebecca con disgusto.

–Oye, es mi amigo –soltó Cole–, y se preocupa por ustedes.

–Por Danielle, querrás  decir.

–Gilbert no es así, Becky, se preocupa por cualquier persona, estaría dispuesto a defenderte si fuera el caso –dijo él con tono de lealtad.

–Cole tiene razón –dije tímidamente–, supongo que le mandaré una carta para agradecerle. No me hará mal eso.

Varias semanas pasaron y no había tenido ya contacto con Gilbert desde el día que me prestó su paraguas, no se había molestado en ir por él y permanecía colgado en la puerta. Yo le había escrito una carta de agradecimiento pero no había tenido respuesta. Me decía a mi misma que así era mejor, pero en el fondo deseaba que volviera a decirme algo.

Habíamos ido a varias presentaciones mas, teníamos ya varios billetes escondidos en un cajón y eso mantenía a Rebecca mas tranquila acerca de su estancia en la universidad, pues eso le daba oportunidad de seguir pagando sus estudios.

–Lo hemos hecho muy bien –dijo Becky al terminar de guardar los últimos billetes que habíamos ganado–, me siento muy afortunada de haberte conocido.

–También yo, siempre esperé tener una muy buena amiga aquí en la universidad, pero contigo encontré mucho mas que una amistad –respondí.

–¿De verdad? –preguntó ella y noté un brillo en su mirada.

–Si, quiero decir, como si fueras una hermana más –sonreí pero la sonrisa de ella desapareció.

–Me alegra eso –dijo sin parecer alegre.

–¿Ocurre algo?

–Es sólo que pensé que dirías algo diferente.

–No logro comprenderte.

–Es que hemos pasado tantas cosas juntas que yo... Creo que me estoy enamorando de ti y creí que esto podría ser correspondido.

Me le quedé mirando sin poder creer sus palabras, había estado tan ocupada en las clases, la música y en las idas y vueltas de Gilbert que no había notado los sentimientos de Rebecca hacia mi, quizás y ella tampoco los mostraba, ya que a veces se guardaba muchas cosas para ella misma.

Analicé la situación por unos segundos, mientras ella me miraba fijamente, la mayoría de las personas al hacer una confesión de ese tipo se verían tímidas, pero ella parecía más estar impaciente. No sabía como responder, pues tampoco me había puesto a asimilar mis sentimientos por ella, la quería y eso era obvio, pero todo el tiempo creí que ese amor era una amistad.

Y por el otro lado estaba la situación con Gilbert y Anne, ya no estábamos juntos, pero aún no lograba superar del todo mis sentimientos por ellos. Aunque cuando estaba con Rebecca podía olvidarme de eso a menos que lo mencionáramos, me gustaba su personalidad y había varias veces que no podía dejar de mirarla, así que entendí que de alguna manera, si me gustaba.

–Rebecca yo... –comencé.

–No tengas miedo de decirme que no, respetaré si no sientes nada por mi y seguiremos siendo amigas –dijo seriamente.

–No, lo que quería decir es que si me gustas también, pero no me había dado cuenta –dije tímidamente.

–¿De verdad? –preguntó con una gran sonrisa.

–Si, es la verdad.

–¿Entonces que va a pasar ahora?

–Becky yo... Primero quiero pensar bien las cosas, pues debo admitir que aún siento algo por mis ex parejas, algo que estoy tratando de superar pero aun queda una pequeña llama –dije triste.

–Oh Danielle, eso es totalmente comprensible –dijo y me hizo sentir segura–, yo puedo esperar a que tus sentimientos cambien, cuando te sientas lista puedes decírmelo.

–Ten por seguro que haré todo mi esfuerzo para estar totalmente bien para ti –dije y le di un abrazo.

Los días comenzaron a ser extraños para mí, pues Rebecca y yo nos tratábamos como siempre, pero algo había cambiado y habíamos agregado otras cosas a nuestra amistad, como tomarnos de las manos, acariciarnos el cabello, darnos besos en las mejillas. Eso me hacía sentir una oleada de adrenalina cada que algo así ocurría, me sentiste feliz.

Entonces entendí que no me había equivocado, había dicho la verdad sobre que Rebecca me gustaba, pues además de Anne, ella fue la segunda chica con la que me sentía diferente, con la que podía ser yo misma. Aunque no evitaba compararme cuando estaba con ambas, pues con Anne siempre fui mas compasiva, tierna y femenina. En cambio con Rebecca era mas alocada, infantil y alegre. Pero me gustaba ser de ambas formas, pues en el fondo sabía que esos eran mis matices y los adaptaba a la personalidad de ellas. Con Gilbert en cambio fui mas madura, tranquila y amable, cosa que también jamás fingí.

Danielle de Avonlea Donde viven las historias. Descúbrelo ahora