Capítulo 17 | El protector que nadie pidió

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EL PROTECTOR QUE NADIE PIDIÓ

💧✧————✧ FREEN ✧————✧💧

Nunca había estirado mis músculos tanto, sé que es casi imposible que podamos alargar nuestras extremidades a voluntad, pero siento que en verdad funciona cuando siento la flor de jazmín acariciar la punta de mis dedos.

—Ya...casi... —anuncio lamiendo mis labios y afianzando mi agarre del tronco del árbol con la mano que me sirve de ancla.

—Freen te vas a cae... —Baitoey no termina de decir lo que quiere advertirme o no la escucho porque en efecto me caigo.

Pierdo el agarre de mi mano, mis piernas ceden y pierden el equilibrio por lo que todo mi cuerpo se impulsa hacia enfrente y caigo de la estrepitosa altura de cuarenta y cinco centímetros.

Nam y Baitoey me intentan capturar, pero igual caigo al suelo llevándome a Nam conmigo.

—¡Eres una estúpida! —se queja.

No le hago caso, tomo la flor en mi mano y la levanto para restregarla en su cara. Misión cumplida. Ella pone sus ojos en blanco y se levanta de mala gana, Baitoey se ríe de nosotras y luego se sube a la jardinera para arrancar otra solo estirando lo mínimo su brazo. Claro que ella es más alta y coordinada.

—¡Podías hacer eso desde el principio? ¡Y dejaste que está idiota se cayera! —le reclama Nam.

—Quería ver qué lo intentara —Baitoey sonríe y me tiende una segunda flor mientras se encoje de hombros.

Le agradezco la flor y me pongo de pie, luego me sacudo el polvo y me arreglo el uniforme.

—Gracias —le digo girándome para emprender el camino hacia la facultad de Becky, pero entonces siento el tirón en mi pie—. Auch.

—Genial —dice con ironía Nam al ver cómo me doblo ligeramente.

—Estoy bien —le respondo dando otro paso y haciendo una mueca de dolor. Maldición, si duele.

—Mejor siéntate, tal vez solo debes moverlo y destorcerlo —dice Baitoey y me guía hasta la jardinera de nuevo.

—¿Eso se puede?

—Sólo muévelo, tal vez se te pase en un momento.

—¿Valió la pena? —pregunta Nam cruzándose de brazos y con tono sarcástico.

Sonrió para ella porque, aunque crea que no, si lo hizo.

—Está enamorada, ¿crees que no lo valió? —le dice Baitoey agachándose hasta mi pie y moviéndolo con cuidado.

—¡Auch! —me quejo.

—La gente normal compra las flores —me dice Nam.

—La gente normal por eso es aburrida —le refuto y veo que me pone los ojos en blanco.

—Dew no es aburrido —lo dice así como así.

Baitoey y yo nos miramos la una a la otra y luego a ella. ¿escuchamos bien? ¿Qué tiene que ver Dew? ¿Desde cuándo le regala flores?

—¿Dew? —le cuestiona Baitoey con las cejas arqueadas.

Nam se pone colorada y bufa.

—No estamos hablando de eso, ¿ahora que haremos para llevarte a la enfermería si no puedes caminar? —cambia el tema rápidamente.

Y aunque quisiera preguntarle que pasa entre ella y Dew, mi pie está doliendo por lo que me hago la misma pregunta que ella.

—Deberías reposar un poco y ver si se te pasa —sugiere Baitoey aun sobando mi tobillo.

Una gota de agua en una hoja de LotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora