PRÓLOGO

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Katsuki estaba nervioso. Después de leer por quinta vez el e-mail que su ex novio le había enviado, no pudo evitar sentir un cosquilleo en el estómago. Es decir, sabía que las cosas entre ellos no habían terminado muy bien en la universidad. Pero ya habían pasado diez años, no podía ser tan malo.

Kacchan:

La siguiente semana estaré en el país y quisiera verte. ¿Podemos vernos en el parque donde solíamos ir después de la escuela?

Tengo muchas cosas que contarte y, un favor que debo pedirte.

Espero ansioso tu respuesta.

Izuku.

El frenético ritmo de sus latidos le ordenaba una respuesta distinta de la que tecleó de forma simple y rápida:

Estaré libre el fin de semana. El sábado a las 5:00 pm en la misma banca.

En esos años sin verlo, Bakugou estaba seguro de no sentir más nada por Izuku. Después de que éste se fuera a los Estados Unidos a seguir estudiando, el también se había dedicado por completo a cumplir sus sueños convirtiendo su más grande pasión en una magnífica forma de ganarse la vida. Y si era sincero, había sido por Izuku que se había dedicado a la fotografía.

En sus años de preparatoria había recibido del pecoso una cámara profesional como regalo de cumpleaños, pues éste había notado como Bakugou se quedaba mirando los diferentes modelos en cada ocasión que paseaban por el centro comercial. Así descubrió el motivo por el que ese bastardo cabeza de arbusto desaparecía por las tardes durante casi dos meses.

-No te engañaba, Kacchan. Tenía que trabajar para comprarte esto.

Siendo Midoriya el protagonista de su lente, desarrolló así el gusto por la fotografía profesional, por lo que en la actualidad era ya bastante famoso y reconocido incluso en el extranjero pero dedicándose más a trabajar en su propio país.

Siendo invadido por los recuerdos con el pecoso, rebuscó en su biblioteca personal el libro viejo donde secretamente guardaba la última foto que había capturado del que fuera su primer amor; en ella, Izuku lloraba sentado en la banca de aquel parque pues habían peleado por su jodida inmadurez (¿o tal vez sólo suya?) sintiéndose culpable como todas las veces que Izuku lloraba, pero esa vez, había ido demasiado lejos.

-¿Estados Unidos? Pero... ¿Porqué de repente quieres largarte, Deku? ¿Es que acaso aquí no puedes...?

-Kacchan, solo serán dos años, es una oportunidad única para completar mi educación. Sabes lo mucho que significaría esto para mí. Sería cumplir el sueño de mi madre.

Bakugou había soltado una risa socarrona, no porque realmente le dieran gracia sus palabras, era solo que estaba asustado y comenzaba a sentirse acorralado.

-Deku, tu madre murió y los sueños que no haya podido cumplir también murieron con ella. Tu no tienes que...

-Quiero hacerlo, me apoyes o no, tomaré ese avión en una semana. Yo sé que es demasiado repentino pero, si lograras entender tan siquiera un poco... yo me sentiré más seguro de hacer esto sabiendo que tú me apoyas.

-¿Y yo qué? ¿Crees que puedes solo pausar esto e irte así? Mis sueños los puedo cumplir aquí, a tu lado, Izuku. No necesito irme al puto extranjero para sentirme más útil.

Recordó como Izuku se había dejado caer derrotado en una esquina de la banca con las preciosas mejillas moteadas empapadas.

-Tu jamás entenderás, Kacchan. Me iré, y espero que al volver, sigas amándome como dices que lo haces. Aunque no puedo pedirte realmente que esperes por mi...

Katsuki mordió sus labios en un intento de controlar el llanto, siempre lloraba cuando Izuku lo hacía, era inevitable romperse a su lado. Pero es que, esa mierda que estaba diciendo tan... tan de repente.

¿Cómo maldita sea se atrevía a querer dejarlo así, nada más?

-Bien, vete, si eso es lo que tanto quieres. Yo estaré aquí, pero no sé si mi amor pueda decir lo mismo cuando vuelvas. Si crees que en América serás un mejor médico, entonces yo aquí me volveré el mejor jodido fotógrafo del puto mundo, y ¿sabes qué? Será todo sin tu jodida ayuda.

Más herido que furioso, Bakugou sintió como ardían en su garganta aquellas súplicas que se negaban a salir. Lo mejor que pudo hacer en ese momento fue enfocar en el pecoso su lente por última vez haciendo sonar el disparador, retiró la memoria de la cámara que le había regalado con tanto esfuerzo y la arrojó a su pies haciéndola pedazos.

-No necesito ni una jodida cosa de ti, Izuku Midoriya...es más, por mí puedes irte a la mierda para siempre.

Ahora diez años después, hundiendo el rostro entre ambas manos Bakugou aceptaba que era el más grande imbécil que el mundo había tenido algún día.

No sé quién vaya a leer esto pero así sea una sola personita, pues yo felí ajsjksj 💖💖✨

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