Acto I
(Aposentos del Érebo, Inframundo. Al fondo, una tenue luz, revela el Estigia y páramos desérticos. Al lado del cauce del río, una enorme estaca metálica con un pedazo de tela ondeando por el viento, casi imperceptible.
Una figura aparece, desorientada. Da vueltas sin rumbo por un rato, luego, decepcionada, para y se sienta. Parece notar algo y sale de escena. Sus pasos se escuchan, retrocediendo y alejándose unos momentos. Finalmente la luz aclara un poco y aparecen la Barca del Flegetonte y Alaex).ㅤ
Escena I
Alaex, Caronte, Almas de PenitentesAlaex. -(Meditante e inquieto). ¡Maldita sea la hora de encontrarme en un lugar cómo éste!
Caronte. -(Desembarcando con dificultad). Algún día estos viajes han de matarme... (Se detiene) Día, ¿día he dicho? Ja, ja, ja... cómo si Cronos imperase en este lugar... (observa a los alrededores) Buena falta le haría.
Alaex. -(Distraído) Una dirección... ¡Una sola dirección he pedido! ¿Acaso eso es tan difícil de entregarme, oh dioses? (Se detiene en seco) Dioses, ¿he dicho dioses? ¿Para qué habría dicho dioses?
Caronte. -(Observa a la multitud). Esta vez han sido más que de costumbre. Malditos mortales... ¿por qué os empeñais en caer ante los artilugios de Ares el sangriento y degollaroos los unos a los otros? (Cabizbajo) Que más falta haría. Aunque hiciera cientos de ofrendas al señor de la guerra, nada le bastaría, maldito insaciable.
Alaex. -(Continua distraído) Habría de maldecir a los dioses, pero alguno ha de existir que habrá sido tan benevolente conmigo, ruin mortal, para concederme la existencia misma o el seguimiento de ella. ¿Atenea? Ahora que recuerdo, jamás ofrecí libaciones a la diosa. ¿Hera? ¿Que interés podría tener la consorte del Crónida en un mortal como yo? ¿Acaso pudo ser Poseidon...? (Mira a su alrededor) Poseidon una mierda. Mínimo un vaso de agua, pero si estos fueran los dominios del amo de los terremotos, esperaría un estanque al menos, para saciar mi sed. (Se lamenta) ¡Malditos los dioses!
Caronte. -(A secas) Muerto.
Alaex. -(Se percata) ¿Y este viejo? (A Caronte) ¿Como ha dicho usted, anciano?
Caronte. -(Sin mirarlo) He dicho muerto. Y por si buscabas algún manantial de agua, he ahí el fin de tus pensamientos. (Señala) El Flegetonte. Aunque yo no te recomendaría sus aguas, podrás estar muerto pero arderán en tu garganta como si las bebieses siendo aún mortal entre los vivos.
Alaex. -(Aturdido y para si mismo) Vaya, vaya... parece que he venido a dar al manicomio o a algún festín tardío a Baco. (Riendo) Esto tiene que ser una broma... (Asustado) ¿P-pero y si no lo fuera?
Caronte. -(Para sí mismo) Novatos, nunca entienden a la primera. (A Alaex) Oye, mortal... ¿cómo has cruzado hasta esta parte del río? No recuerdo haberte traído hasta acá.
Alaex. -(Para sí mismo) Muerto. Ya decía yo, que no había alguien con peor suerte que mi persona. Lo único extraño es que no recuerdo haber muerto. (Risas) Se confundieron de alma, ahora mismo hay un mortal respirando en mi lugar. (Serio) Hijo de una perra...
Caronte. -(A Alaex) ¡Oye! (Alaex prosigue meditando) No me escucha. Increíble. Bueno, no estoy acostumbrado a hacer esto pero no me deja opción... (saca una larga y puntiaguda lanza con la cual empala entre la espalda y el pecho a Alaex).
Alaex. -(Angustiado) ¡Ah, traidor!
Caronte. -(Para sí mismo) Eso bastará.
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𝑬𝒍 𝑨𝒓𝒄𝒉𝒊𝒗𝒐 𝒅𝒆 𝑳𝒂𝒔 𝑭𝒖𝒓𝒊𝒂𝒔 𝟐
PoetryDe una entrega de poesía a una saga lírica recopilada, El Archivo de Las Furias introduce a la escena los sentimientos y temáticas dentro de la mente del autor, añadiendo además algunos escritos en relación a los contenidos de la historia, que ha ll...