Capítulo 26

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Anaís

Nunca sabía qué iba a pasar después, qué habría a la vuelta de la esquina, y menos sabía que iba a suceder entre Kevin y yo ahora que todo dio un giro inesperado. Me sorprendió como cambió de padecer y como se aferró a mi vientre, a mi cuerpo bajo el agua. Y al verme entre sus palabras y esa ilusión que despertó en mí, me di cuenta de que si no aprovechaba la oportunidad de intentarlo entonces nunca sabré lo que realmente sucederá al llegar a Barcelona.

Aquella mañana no solo acabamos teniendo sexo en la ducha y en la cama, sino que me hizo el amor como su novia. Yo... ¡Dios! Era oficialmente su novia y me importaba muy poco que aún no me amara como yo ya lo amaba a él.

Un paso tras otro se pueden recorrer muchos kilómetros y él lo estaba haciendo conmigo.

En la tarde salimos a hacer turismo por la ciudad y la verdad es que me quedé prendada de ese lugar tan mágico, y siendo sincera caminar por esas calles, agarrados de la mano fue el toque que lo hizo aún más especial ese lugar.

En la noche me invitó a una increíble cena romántica a la luz de la luna y las velas iluminando nuestra mesa. Mientras él me miraba de una manera diferente a la que estaba acostumbrada. ¿Qué había cambiado en él? ¿Por qué ese cambio repentino hacia mi persona? No sé, quizás se dio cuenta de que podría llegar a ofrecerle todo lo que necesitaba de una mujer y quiso dar el paso. O que la mejor manera de sacar un clavo es con otro y de igual manera me seguía dando absolutamente igual todo, lo que quería era a él y eso ya lo tenía.

—Estoy agotada— dije nada más entrar a nuestra habitación.

—Descansa, rubia— rodeó mi cintura por detrás mientras caminaba a la cama—, mañana saldremos en la noche a alta mar, pero antes quiero que piense eso que me dijiste de no querer saber nada de tu familia paterna.

No lo dudé, contesté de inmediato.

—No, no tengo nada que pensar. Lo tengo clarísimo.

Este asintió y dejó un beso casto sobre mi cuello.

—Vale, se hará como tú desees.

Se alejó y entró en el baño. Tener frente a mí la imagen idéntica de mi padre debería ser más que suficiente para dejar que ese hombre se acercara a mí. Pero aun así y deseando verlo de nuevo para recordar la imagen de mi padre, con tan solo pensar en que él no estuvo cerca de su hermano se me quitan las ganas incluso de pensar en un simple contacto. Ya no quiero más dramas en mi vida. Solo quiero estar bien junto a Kevin y dejar que el tiempo lo cure todo.

Me desvestí y con la camiseta azul celeste que usó Kevin ayer para la reunión me la puse y me quedé dormida sobre el edredón. Ni siquiera me di cuenta cuando este me metió bajo este.

Día 14

La luz del sol me anunciaba un día soleado y me estiro bajo el calorcito de las manos de Kevin, lo observo y me enamoro aún más cuando lo veo tan cómodo a mi lado y dormido profundamente. Lo contemplo en silencio y grabo en la memoria cada lunar de su precioso rostro. Paso mi mano despacio sobre su cabello negro y liso y este jadea. Sonrío complacida y luego bajo mis dedos sobre sus labios. Pensé que se despertaría, pero no, me dio de espalda y continuó durmiendo.

Entro en el baño y al salir oigo como le entra una notificación a su móvil.

Me acerco hasta el aparato y veo en nombre de Kiara. Pienso en si debería invadir su privacidad o no, pero la curiosidad no me dejó así que lo cojo y salgo al balcón de la habitación y leo el mensaje.

Kiara:

Me alegro verte tan compenetrado con otra mujer, al parecer no estabas tan enamorado de mi como decías y aun así no me molestó, es más, me alegro muchísimo. Anaís parece una buena chica, Kevin. En serio, me alegro de que estés con otra y espero poder darte un abrazo antes de volver a Italia. Mi vuelo sale en tres horas. Si aceptas venir, te espero dentro de media hora en la cafetería «la joya».

Treinta días para enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora