Capítulo 27

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Kevin

No recuerdo haber dormido tan bien, que cuando me desperté lo hice con una sonrisa buscando con las manos el cuerpo de Anaís y que no encontré. Abrí los ojos y miré a mi alrededor. Silencio y soledad fue lo que encontré. Busqué mi móvil para ver qué hora era y mientras lo hacía me encontré con una nota de ella.

Volveré en un rato. Que sepas que yo ya puedo decirte lo mucho que te amo porque llevo enamorada de ti desde el instante que te vi.

No quería pensar en donde se había ido, aunque deseé que fuera a buscar a su tío.

Me di un baño y al salir me pedí el desayuno a la habitación. Cuando miré a las tostadas que tenía en mi plato la puerta se abrió y Anaís entró.

—Hola— saludó con una sonrisa y me levanté para recibirla.

—Hola, preciosa— le di un beso en los labios—¿dónde estabas?

—Fui a ver a Kiara.

Según dice eso mi sonrisa desaparece y frunzo el ceño.

—¿Fuiste a ver a Kiara?

Asintió.

—Te mandó un mensaje esta mañana porque quería abrazarte por última vez y decidí ir yo a abrazarla—ironizó.

—Anaís...

—Te lo juro. Puedes leer el mensaje que abrí de la bandeja de tu correo. Y que sepas que no me siento orgullosa de haber leído algo privado que solo te concierne a ti, pero lo hice y te pido perdón.

Busco ese mensaje del que hablaba y leo el contenido de este.

—¿Que pasó entre vosotras?

—¿No te vas a enfadar porque he invadido tu privacidad?

—No escondo nada, rubia. Pero la próxima vez que ocurra algo así y yo esté durmiendo solo tienes que despertarme y te acompaño a donde sea que me cite el mensaje.

Me sonríe y enreda sus manos alrededor de mi cuello.

—Me encanta lo racional que eres.

—Estaré siempre dispuesto a darte todo lo que necesites, sea racional o no.

Le sonrío con picardía.

—Ahora cuenta, ¿qué pasó entre Kiara y tú?

Empezó a narrarme todo de lo que había hablado mientras se comía mis tostadas. La observé como si mirara a un ser indefenso y lastimado que solo necesita protección.

—¿Hubieras ido si llegaras a leer tú el mensaje en vez de yo?

—No.

—¿Por qué?

—Porque mi novia es muy celosa.

Se sonroja y luego tiro de la silla que rodeaba la mesa circular en donde desayunábamos.

—Buena respuesta, aunque no soy tan celosa, Kevin.

Me echo a reír.

—Bueno, resulta que la hice prometer que iba a dejar de llamarte, ya que tú le habías dejado claro que querías romper todo lazo que os unía. Y ella aceptó. Aunque también intento convencerme de que su padre no era culpable de la decisión que había tomado la familia de mi padre.

—¿Y te convenció?

—No.

—Gracias— dije y ella arrugó el entrecejo.

—¿Por qué?

—Por ayudarme a poner un punto final a Kiara.

Me sonrió y sus ojos como el mar azul me observaron en silencio. Uno muy cómodo y necesario a pesar de todo.

—Vamos a tener un día muy productivo ya que son nuestras últimas horas aquí, pensé en llevarte a un lugar que quiero que conozcas.

—¿Dónde me quieres llevar?

—A un sitio donde tú puedes ayudar mucho.

Muerde el labio inferior.

—Vale, déjame terminar esta tostada que tengo un hambre... puf no te imaginas.

Me sorprende lo fuerte que puede llegar a ser Anaís. Aunque se derrumbe en ocasiones, suele levantarse sin ayuda de nadie, sin necesitar nada y eso creo que fue lo que más me llamó la atención de ella.

—¿Y esto? — preguntó asombrada cuando leyó el nombre que había en el muro de mármol que había en la entrada donde la había llevado.

One life, one new love.

Esta ONG lleva luchando contra la violencia de género desde hace más de treinta años y logró ayudar a más de veinte mil mujeres que sufrían golpes a manos de sus parejas. Esta organización fue el poder que necesitaba muchas mujeres para alcanzar esa confianza de nuevo después de perderlas. Hoy en día consta de más de cinco mil trabajadores y está situada a las afueras de Grecia, y Anaís necesitaba conocer este lugar antes de zarpar de nuevo a alta mar. Ella es una heroína de su propia película de terror y salió sola, sin ayuda. Que conozcan a la mujer que le estaba entregando mi corazón es para mí un orgullo enorme.

—Aquí hay mujeres de varios países que huyen de sus agresores. Mujeres que dejaron todo atrás para empezar de nuevo. Tal como indica el nombre de este lugar «Una vida, un nuevo amor».

—El nombre de la organización tiene varios significados lo sabes ¿no?

Asentí—, «un nuevo amor» puedes ser el mismo amor propio que llegamos a perder de nosotros mismos o que incluso nunca llegamos a tenernos.

Anaís presionó los labios y asintió.

—Entremos, nos están esperando.

Me cogió de la mano y toma una calada de aire antes de entrar.

La directora nos esperaba y cuando la tenemos frente a nosotros lo primero que hace fue abrazar a Anaís, ya que le había contado por teléfono su caso y como salió a flote de ese hombre, aunque también le hablé de sus pesadillas.

Normalmente y tal como dijo la mujer, suele ser un proceso largo para que esos sueños dejen de existir o al menos hasta que queden abandonados en lo más profundo de nuestros recuerdos, para que el cerebro deje de proyectarnos esas imágenes que intentamos olvidar en los sueños, donde solemos ser más vulnerables al bloqueo de pensamientos inconscientes.

—Déjame decirte, qué mujeres como usted hace falta en el mundo.

Anaís negó.

—No, señora Nikolaou. Tardé mucho en darme cuenta de que era una más de las mujeres maltratadas de este mundo. Y creo que el mundo no necesita mujeres como yo, sino más valientes y que sepan decir «basta» en el primero momento que reciben la primera amenaza o insulto.

—El superpoder es salir vivas de las manos de nuestros agresores— añadió la mujer y a mí se me erizó la piel mientras las observaba en silencio—, yo he salido viva, y tú también— finalizó y Anaís llenó sus ojos de lágrimas al darse cuenta de que la directora también fue víctima de violencia de género.

—El superpoder es salir vivas de las manos de nuestros agresores— añadió la mujer y a mí se me erizó la piel mientras las observaba en silencio—, yo he salido viva, y tú también— finalizó y Anaís llenó sus ojos de lágrimas al darse cuenta de que l...

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Treinta días para enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora