Capítulo 36.

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Ella necesita un corazón salvaje — The Vamps.


Todas las grandes aventuras comenzaron con un sí, acepto. O al menos eso es lo que solía pensar mi madre.

Mi madre era una mujer entregada y carismática hasta la medula ósea, hermosa con su metro setenta casi, ojos marrones más oscuros que ningún color café que hayas visto en la paleta de colores, tanto que parecían negros pero entonces cuando les daba la luz podías apreciar a profundidad su iris y su color real se descubría para darte la mejor de las sonrisas.

Mi abuela solía decir que mi madre fue la bebé más hermosa por sus ojos, y su sonrisa que podía hacer que cualquier mal desapareciera cuando era dedicada a ti.

Daba luz a donde sea que fuera, porque ella era la luz.

Cuando pensaba en mi madre, aún antes de que ella muriera solo podía pensar en la luz y la música.

Uno de los mejores y más especiales recuerdos que tengo de ella, de nuestra casa, nuestros momentos juntas y nuestra familia, era la música.

Desde antes de que naciera la música ya era parte de su vida pero no fue hasta poco antes del nacimiento de mi hermana Olivia que esta se volvió más especial para ella.

Solía decir que había una canción para cada momento de la vida, bueno, malo, terrible, increíble o banal.

Como cuando me hacía girar en el aire mientras limpiábamos la casa de pies a cabeza los fines de semana al ritmo de Selena Quintanilla.

Al principio de esto mi abuela no entendía bien cuál era la fijación de mi madre. Pero ella era una rebelde, siempre le fue, un espíritu libre que no estaba hecho para encajar y al mismo tiempo encajaba en todo lo que ella hacía.

En todo.

Por eso, yo nunca pensé que me pareciera a ella.

Toda mi vida me sentí una rechazada hasta que llegué a la preparatoria y de la noche a la mañana era bonita, inteligente, valorada y popular.

Cuando llegué a casa esa misma tarde de la escuela, con mis libros finamente sujetados a mi torso con orgullo, mi corazón saltaba, los vellos de mis brazos se erizaban mientras caminaba paso a paso hasta dentro, y lo único que pensé es que por fin mis súplicas había sido escuchadas, que por fin parecía hija de mi madre.

Cuando sé lo dije a mi abuela, me dijo que no pude estar más de acuerdo con ella.

Tenía razón, me parecía más a mi madre a veces de lo que quería, sobre todo en el mal carácter.

Un buen día y caluroso de verano llegué ya de por si molesta de la escuela, tengo que admitir que lo que ocurrió después de eso fue mi culpa y que me merecía el castigo que se me impuso, porque solo había llegado a casa ese día con el único propósito de buscar pelea.

Solo quería buscar pelea, desquitar el coraje que sentía.

Así que cuando mi abuela me paro en seco dándome una bofetada también estuvo de acuerdo en que tenía el mismo carácter de mi madre, ella dijo <<explosivo>> pero yo estaba segura de que realmente quería decir <<imposible>>.

¿Ven?

Soy la hija de mi madre, eso nunca lo podre negar.

Soy salvaje, rebelde y de espíritu libre.

Recuerdo las palabras de la orientadora vocacional de la escuela la primera vez que me metí en problemas. Ella dijo <<Ella necesita un corazón salvaje, para sobrellevar la vida que lleva>> no entendí a que se refería hasta que me ocurrió una y otra vez.

De Regreso a Nosotros. Trilogía: &quot;Viva la Vida&quot;.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora