Con una venganza que lleva años en su mente, el sargento Fabien Venturi emprende un largo viaje hasta la ciudad de San Luis, Misuri, dispuesto a terminar con esa promesa que hizo a su madre. Veronika es una doctora que decide alejarse de la ciudad...
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Arrojo mi equipaje sobre mi sofá y me desplomo a su lado. Me cubro los ojos con el antebrazo, agotado mental y físicamente.
Este viaje, sin dudas, no ha salido como esperaba: ni mejor ni peor, la situación ha cambiado de modo dramático. No solo perdí de vista mi objetivo sino que mis intenciones de usar a Veronika a mi favor no resultaron como esperaba.
Miro el teléfono con su última conexión.
Debería enviarle un mensaje ya mismo diciéndole que he llegado, pero la poca cuota de honestidad que me queda vigente me dice que no debo seguir involucrándome y que es imperioso dejarla atrás.
Cuelgo mi chaqueta en el gancho junto a la puerta, me lavo el rostro con fuerza, como si la fricción me allanara el camino a seguir. Cojo una botella de cerveza del refrigerador, la destapo y bebo casi hasta la mitad.
El frío liquido calma mi garganta caliente por las palabras no dichas.
Furia se apodera de mi cuando estallo la botella contra la pared y esta se rompe contra un mueble; vidrio volando y bebida derramándose sobre la alfombra.
No se suponía que Veronika fuera tan hermosa.
Ni tan buena persona.
Ni tan poco inteligente de enredarse con un tipo como yo que tiene un cartel de neón en la frente que grita "peligro".
¿Era el objetivo seducirla? Sí
¿Era el objetivo encantarle como Hamelin a las ratas? Por supuesto.
¿Era el objetivo que me dijera dónde se esconde el hijo de puta de su padre? Claro.
¿Qué obtuve acaso? Un horrible dolor en el pecho - que no es de un infarto pero casi - , un sinsabor espantoso en mi boca a causa del engaño y la traición y un estúpido, estúpido, estúpido, despertar de mi conciencia.
Y de mi corazón.
He sido entrenado para mantener mis sentimientos románticos a raya y lo he hecho bien hasta hace unas semanas, incluso. No he dejado que nadie penetre mis gruesos muros revestidos en Kevlar y erigidos en concreto.
¿Por qué Veronika difuminó los límites? ¿Por qué la hija de mi enemigo tenía que ser mi captora?
Su piel cremosa, su inteligencia, su don de buena gente, sus ojos chispeantes de intrigante color...
Ella fue mi trampa mortal. ¿Cómo no lo vi venir?
He sentido atracción por infinidad de mujeres, he pasado noches extraordinarias y sin embargo, estoy babeando como un idiota por quien no debo.
Mi teléfono suena y temo que sea Veronika. De seguro, ha calculado mis horas de viaje en motocicleta.
Una agradable sorpresa me llevo cuando descubro que es mi vecina; tomo mi móvil y lo pongo en mi oreja.
