Apoyo la espalda contra el respaldo de la silla y de no ser porque todavía no hemos llegado a un extremo grado de confianza – vernos desnudos y sudados como animales salvajes no cuenta – me hubiera desprendido el botón de mis pantalones.
―¿Quieres caminar un rato? Necesito mover las piernas o mi culo quedará atascado en esta silla ―Su chiste es acertado y me gusta mucho su sonrisa.
Escasea, casi es de edición limitada como los costosos vinos, y me agrada ser la destinataria.
¿A cuántas mujeres habrá dejado con el corazón roto en Chicago? Me reubico incómoda sobre mi asiento.
Acepto la mano que me tiende y nos ponemos de pie. Caminar no es una mala idea, me permitirá tener algo de perspectiva y calmar mi ansiedad.
Siempre he sido una chica con objetivos claros, tratando de apegarme a un plan e intentando superar mis expectativas.
¿Ahora? Ahora soy incapaz de manejar la incertidumbre y convivo con el deseo de mostrar una seguridad en mí misma que no tengo.
Fabien no duda en entrelazar sus dedos cuando salimos del sitio de comidas; me guiña el ojo y se coloca sus Ray-Ban, ocultando sus hermosos ojos que hoy son de un inédito color aguamarina.
¿Qué estamos haciendo?¿Jugando a que somos algo más que dos extraños que se conocieron en un bar junto a una carretera? ¿Dos personas solitarias que disfrutan el aquí y ahora?
Sonrío ante la coincidencia del tatuaje que ambos tenemos en nuestra piel: "todo pasa".
Nuestros rostros al reconocer esa casualidad después de una maratón de sexo fueron dignos del meme de los Spiderman que se señalan.
Tomamos una calle que, a juzgar por su ancho, puede tomarse como avenida principal. Las casas son grandes, sin ostentaciones y parecen cómodas para una familia tradicional.
Pasamos por una tienda de ultramarinos, una de artículos para el hogar y un parque con juegos para niños que no posee demasiada intervención. Este sitio no se destaca por su desarrollo urbano, aquí hay pocas propiedades por manzana y la quietud es sorprendente.
―Esta paz es impagable. ―la voz rasposa de Fabien expresa lo que mi cabeza piensa.
―Sí, aunque extraño mi hogar en Cleveland.
―¿Casa o apartamento?
―Casa. Papá me obsequió un apartamento cuando me gradué a los dieciocho.
―Waw, tú padre sí que fue a por todas ―dice, recordando mi anécdota del Mini-Cooper.
―Nunca me interesó el lujo, Fabien ―acepto con pesadumbre ―. Viví por un tiempo allí, la vendí. Me mudé con mi esposo y al momento de divorciarnos, invertí el dinero en una casa. No es la gran cosa, pero me agrada. ¿Tú estás cómodo en tu lugar?
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"Soy tu venganza" Completa
RomansaCon una venganza que lleva años en su mente, el sargento Fabien Venturi emprende un largo viaje hasta la ciudad de San Luis, Misuri, dispuesto a terminar con esa promesa que hizo a su madre. Veronika es una doctora que decide alejarse de la ciudad...