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La casa donde vive Alice Pearce está en un acomodado vecindario y, como es de esperar, su exterior no me decepciona

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La casa donde vive Alice Pearce está en un acomodado vecindario y, como es de esperar, su exterior no me decepciona. Es de ladrillo pintado de blanco, con grandes aberturas y un prolijo jardín delantero. La decoración navideña está a la orden del día, típica de una de esas películas familiares que se ven para diciembre.

―No hagas caso a nada de lo que te diga mi papá. Suele comportarse como un tonto―confirma Roni aferrándose a mi mano. Luce un vestido rojo hasta los tobillos y unas botas parecidas a las que usó hoy por la mañana. El abrigo que lleva cubre su parte superior, ocultando el delicado escote de encaje que se ciñe a la cima de sus pechos. No hubo un solo minuto de viaje en los que no soñé con hundir el rostro entre ellos.

Inspiro profundo y asiento ante las palabras de Veronika. Está nerviosa y ver que todavía se sienta a prueba como una maldita adolescente me crispa los nervios. El tipo no solo es un embaucador, sino que es un ingrato con su propia sangre.

Roni acciona la aldaba de hierro forjado de la puerta y se muerde el labio con insistencia.

―Creo que esta ha sido una mala idea ―susurra por lo bajo. Mis ganas por decirle que es la mejor idea que ha tenido en su vida son incontrolables.

Giro mi cuerpo y levanto su barbilla. Puede que sus ojos que estén maquillados, pero la tristeza en ellos no se enmascara en absoluto.

―Nena, eres una mujer estupenda. Que nadie te diga lo contrario. Nunca ―soy honesto. Poso un beso suave en su frente para cuando la puerta se abre de golpe, revelando la presencia de una hermosa mujer de cabello plateado ajustado en un prolijo peinado que tira su pelo hacia atrás.

―Ohh, ¡qué bella imagen! ―lleva ambas manos a su boca, en una actuación un poco exagerada a mi juicio ―. Soy Alice ―sin esperar la reacción de Veronika, la rodea con sus brazos y al segundo, hace lo mismo conmigo.

―Ho-hola Alice. Buenas noches ―saluda mi compañera y le entrega la tarta de manzana que cocinó su empleada mientras ingresamos al vestíbulo de la elegante casa ―. Somos Veronika y Fabien, obvio. ―la voz de Roni es suave y un poco torpe.

―Tu padre no deja de hablar de ti y lo buena doctora que eres ―Recoge la ofrenda culinaria y nos invita a colgar nuestros abrigos en un pequeño armario empotrado junto a la entrada.

Solo en ese momento suelto la mano de Veronika. La atrapo nuevamente en cuanto puedo.

Vamos más allá del ingreso como un frente unido, como un dueto imposible de desmembrar para cuando aparece el dueño de mis pesadillas más profundas, el fantasma que me ha acechado desde que soy un niño.

Instintivamente me petrifico en mi sitio, obligando a Veronika a quedarse junto a mí. Una gota de sudor frío nace entre mis omóplatos y recorre mi espalda.

Creo empalidecer.

Flashes de la fatídica noche en que mi mamá murió ajustan mis cuerdas vocales. De repente, soy el mismo niño que quedó huérfano en la escalera de una hermosa casa, mancillada por una muerte absurda.

"Soy tu venganza" CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora