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Sin dudas no creí que las cosas decantaran de este modo, pero, finalmente, así lo hicieron

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Sin dudas no creí que las cosas decantaran de este modo, pero, finalmente, así lo hicieron.

Verónica me odia y no es que esperara algo distinto.

Lo que no me ayuda en absoluto es haberme enamorado de ella, así de irracional, con el peso del fastidioso insomnio y el épico malhumor potenciado mil veces.

El detective Branson se caracteriza por su reserva y lo entiendo, por eso es por lo que nos llevamos bien apenas comenzamos a trabajar juntos.

Hoy parece que hubiera encontrado su lengua y no deja de hablar.

La jaqueca es una perra y me duele el corazón; ese músculo duro e inmóvil que ni yo mismo creí que funcionara.

Ha pasado menos de un día desde que tomé un avión a casa de Veronika y en menos de dos horas tenía mi culo de regreso a Chicago. Menos de veinticuatro, si soy preciso, desde que la dejé rota y con mi pedido de tiempo a mi favor.

No ha confirmado ni declinado mi petición, lo cual me tiene agarrado de las bolas.

Mitchell ha conseguido una tonelada de información con respecto a Alice Pearce, o mejor dicho, de Alice Bowless, datos vitales que la ligan directamente con Martin Harris y una red de estafadores centrados en los negocios inmobiliarios.

Su vínculo con la policía de Cleveland ha sido determinante para mantenerlos a resguardo durante estos años y que su impunidad se propagase por tantas ciudades.

Nunca estuve enamorado.

Ni siquiera creí que estaba en mis cartas.

Veronika desafió todos mis límites, llevándome a lugares que no hubiera encontrado por mi propia cuenta.

―Deberías irte a tu casa, no me sirves en este estado ―las palabras crudas del detective me sacan de mi nube mental. Son ciertas y dañinas.

―No, no puedo ir a casa.

―¿Una esposa molesta? ―Eleva una ceja, casi divertido.

―Una casa vacía ―respondo. Silba y apila los papeles que hemos estado repasando desde hace rato. Nuevas pistas nos llevan a un sospechoso en el caso de la joven asesinada en su apartamento: su hermanastro.

¿Cómo es que ningún vecino registró movimientos raros o escuchó gritos de defensa? Numerosos testigos dieron cuenta de la mala relación de la chica con el muchacho, tres años mayor que ella. Según ellos, solían pelear en la acera, en el lobby o incluso, en la unidad de la víctima. Nada que hiciera pensar que el hombre sería un asesino.

En tanto que a la mujer la describen como una artista bohemia, un tanto libertina en sus parejas sexuales y adepta a las fiestas hasta altas horas, el joven es mencionado como un atractivo ejecutivo, siempre bien vestido y amable en sus modos.

Rasco mi cabeza y caigo sobre el respaldo de la incómoda silla del pequeño y anticuado despacho del sargento Branson.

―Fabien, necesito que estés con todo el enfoque puesto aquí y me temo que no hoy no es el día. Haznos un favor y márchate.

"Soy tu venganza" CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora