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Cinco horas atrás

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Cinco horas atrás.

No sé qué hago aquí, pero necesitaba anticipármele.

Fabien me había enviado una carta el día de ayer.

Sí, una carta. De puño y letra.

Sonreí al recibir el paquete que el chico del correo extendió para mí y mucho más cuando descubrí en su interior el auto patrulla descolorido que tanto significado tendría para él.

Mis sentimientos habían pasado de ser furia ciega a dolor y desilusión. Justo para cuando era un montón de lágrimas y pensamientos confusos, llegó ese sentido obsequio.

Admito que me demoré una buena hora debatiendo si abrir la caja o no. Estaba negada a que cualquiera de sus acciones me convenciera de bajar la guardia.

Hasta que lo hice.

Cogí un cuchillo y corté la cinta de embalaje para descubrir ese juguete con tanta historia. Había sido suyo, un símbolo de sus días más felices, un recuerdo del pequeño con sueños de grande.

Se me hizo un nudo en la garganta apenas lo vi. Lo llevé a mi corazón, imaginando a Fabien, al niño al que despojaron de su vida y de sus proyectos.

Al que pudo seguir adelante contra viento y marea y logró su cometido: ser agente de policía y bogar por la justicia que la misma ley no le dio a sus padres.

Arrastré mis lágrimas y llevé conmigo el sobre blanco, liso, al sofá.

Lo abrí con manos temblorosas y sonreí ante la caligrafía desordenada que ocupaba una carilla.

"Veronika: si estás leyendo esta carta ahora mismo, me sentiré el hombre más afortunado del planeta, porque sé que ni siquiera valgo un minuto de tu vida.

Sin embargo, no lo desaprovecharé.

Pedir disculpas por los motivos que me llevaron hacia ti sería no reconocer mi afán de venganza, romper el juramento que hice ante la tumba de mi madre.

Lo cual no significa que te pida disculpas por haberte mentido y engañado, por no haberte sido honesto desde el comienzo. Por subestimarte, por subestimarme.

Creí que serías una mujer débil que caería fácilmente en mi trampa.

Quien cayó, duro, fui yo.

Caí apenas me miraste con esos ojos luminosos y sinceros, cuando me acariciaste con esas manos milagrosas, cuando me hablaste con ese tono dulce y apocado. Caí cuando nos besamos por primera vez.

Perdí la razón desde que me hundí en ti; te convertiste en mi adicción, en mi combustible. Estar contigo no fue un desafío, fue una misión. No podía quitarte de mi mente; mientras más te tenía, más te quería.

Fui cobarde y silencié. Fui egoísta y desconsiderado al no ser capaz de alejarme a tiempo cuando me ofreciste ser tu compañía durante la última parte de tu travesía.

"Soy tu venganza" CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora