35

329 69 22
                                    

La cena es amena, como ellas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La cena es amena, como ellas. Su centro de ataque es Fabien y no puedo más que reír de lo mal que se la están haciendo pasar.

Acabo de confirmar cuán estricto es con el orden de su ropa, lo pulcro que es con la limpieza de su apartamento – a pesar de la visita semanal de la empleada doméstica - y las veces que limpia tu motocicleta en el estacionamiento subterráneo del edificio.

―Ha criado a Misha como si fuera su propia hija ―bromea Peyton y es inevitable que mi pecho se infle y se agite de la risa ―. Solo le falta jalar de la palanca del retrete.

―Oh, sí, como el gato de Robert De Niro en esa película en la que es un suegro insoportable ―Acota la despampanante Kate y rompemos en carcajadas, incluso, Fabien.

Llegado un momento, ambas le dan un respiro cuando me convierto en el punto de interés, curioseando acerca de mi profesión y en el loco viaje que emprendí un año atrás.

¿Quién diría que ahora estaría aquí con Fabien y con mi padre tras las rejas?

Hablo de mi experiencia académica y profesional con orgullo y pasión y me doy cuenta cuán bueno ha sido salir de un hospital convencional. Puede que el estrés de no tener los suministros apropiados o la cantidad de medicina para atender a mis pacientes haya sido lo único malo, pero en definitiva, no es nada con lo que haya podido lidiar al cabo de los meses.

El sushi está delicioso y me cuentan dónde lo han comprado. Prácticamente ya me han mencionado todas las tiendas en las cuales se abastecen para no morir de inanición.

―Nuestros horarios son un poco locos y necesitamos tener la nevera llena. Nos encanta comer ―Peyton le guiña el ojo a su pareja y se dan un beso suave, abriéndonos las puertas a un pedacito de su intimidad.

No es que esté en contra de la homosexualidad, en absoluto, sino que nunca había estado compartiendo la mesa con una pareja tan abierta y despreocupada.

―¡Oh, rayos! Supongo que con toda el chismerío hemos olvidado de mirar el reloj ―dice la rubia, saltando de su asiento.

Es prácticamente medianoche y nada está listo para el brindis.

Todos nos ponemos manos a la obra en un santiamén: Fabien coge las copas de la alacena que parece conocer de memoria, Peyton saca la botella de champaña del refrigerador, Kate apila los platos sucios en el fregadero y yo despejo la mesa quitando las sobras del paso.

―¡Wooooooahhhh! ―Fabien es el encargado de abrir la botella y todos reímos cuando la espuma se dispara como si acabara de ganar un campeonato de F1. Con celeridad llena las copas y coloca el corcho antes de que continúen saliendo las burbujas.

Peyton enciente el televisor para sincronizar nuestra cuenta con la hora oficial. Cuando tocan las doce, unimos nuestros "Feliz año nuevo" en un tintineo de cristal.

Ellas se besan con efusividad y me giro dándoles un poco de privacidad, aunque supongo que no les importa en absoluto mi sonrisita nerviosa y el rubor emergiendo de mi piel.

"Soy tu venganza" CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora