Con una venganza que lleva años en su mente, el sargento Fabien Venturi emprende un largo viaje hasta la ciudad de San Luis, Misuri, dispuesto a terminar con esa promesa que hizo a su madre. Veronika es una doctora que decide alejarse de la ciudad...
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Soy muchas cosas, menos tonto.
Bueno, en ocasiones, pero no justo ahora, cuando quiero darle un beso a toda regla y me ofrece su mejilla.
Este simple gesto termina por confirmar que no es casualidad que Veronika se haya mostrado más distante y nerviosa durante estos últimos días.
Apuesto mi pellejo que es porque nuestro tiempo en Columbus está acabando.
Yo también estoy preocupado por ello, sobre todo porque estas semanas viajando a su lado han sido intensas, divertidas e inesperadas. Decenas de pacientes agradecidos por su diagnóstico, embarazadas que pudieron ver y escuchar el latido de su bebé por primera vez, hombres y mujeres que accedieron a una consulta médica de calidad, fue el saldo de esta maravillosa aventura.
He compartido con Veronika apenas unas semanas, pero se siente extraordinariamente bien.
¿Dónde quedaron mis agallas?¿Dónde quedó mi venganza?
No he recibido ningún mensaje de Mitchell y eso me preocupa.
Miro de reojo el ordenador de Veronika cerrado sobre la mesa plegable de su estrecha sala, sabiendo que en su bandeja de entrada de correo tiene un e-mail de su padre que nos puede dar información acerca de su paradero.
Cuando me dijo que él se contactó con ella hace unos días, mi sangre se congeló; era la primera vez que tenía novedades concretas de Harris. Intenté preguntarle en tono casual qué se le ofrecía, por qué utilizar algo tan impersonal como un correo cuando bien podía llamarla y la respuesta de Veronika fue elocuente: "a mi padre nunca le importé lo suficiente".
Esa respuesta me dolió profundamente; de tener una hija como ella la atesoraría como a un trofeo. Es una mujer hermosa, inteligente, un ángel de persona.
Ayuda a los más necesitados sin pedir nada a cambio, dejando de lado sus deseos personales, su tiempo y poniendo al servicio de otros toda su sabiduría.
Sin dudas, el hijo de puta de Harris ha ganado la lotería muchas veces en su vida y tener una hija como ella fue el premio mayor.
Acaricio su cabello mientras duerme y el anhelo por protegerla es furioso.
¿Qué me ha hecho para sentirme así? ¿Por qué Veronika consiguió lo que tantas otras no?
Supongo que eso es el amor: preguntas sin respuestas, sentimientos inexplicables y terror ante la posible pérdida.
No sé qué nos depara el destino o ese orden universal sobre el que hablan los más espirituales. No sé cómo preservarla de la inevitable bomba que caerá sobre nosotros cuando encuentre a Martin Harris.
Y por primera vez, no quiero siquiera pensar en ese día.
***
Aviso a mi jefe que pronto estaré en Chicago y, aunque es medido en su reacción, se alivia con mi regreso.
