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―¿Todo bien? ―pregunta, escudriñando mi accionar

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―¿Todo bien? ―pregunta, escudriñando mi accionar.

―Por supuesto. Lindo jabón. ―me huelo las manos, sabiendo que no se refiere a las comodidades de su baño.

―Sí. Alice es muy detallista ―eleva su ceja ante mi comentario poco comprometido. No le daré el gusto de flaquear ni ser menos que él.

―Lo siento si me he demorado mucho―subo mis hombros para cuando me detiene con una observación interesante.

―¿Sabes? Hasta el día de hoy solo había conocido a una persona que se llamara como tú, "Fabien" ―lo pronuncia con un regodeo siniestro. Me mantengo imperturbable por fuera, pero por dentro soy un volcán en erupción.

Ojalá pudiera ajusticiarlo con mis propias manos, obligarlo a punta de pistola a que confiese sus terribles homicidios inducidos...pero su hija está abajo.

La mujer que se ha metido debajo de mi piel no tiene la culpa de tener un padre de mierda y prefiero ahorrarle el dolor de ver a su progenitor morir delante de sus ojos.

Tal como me sucedió siendo un inocente niño.

No respondo a su provocación, dejando que la conclusión busque la salida de sus labios.

―Fue hace mucho tiempo. Para entonces, él era un pequeño de no más de ocho. ¿Cuántos años tienes tú? ―El rumbo de las cosas se está desvirtuando.

―Treinta y siete.

―Treinta y siete ―finge hacer cuentas mentales, cuando todo lo que sé es que en su cabeza manipuladora ha hecho el cálculo con anticipación―. Debe tener tu edad ahora mismo. Claro, si es que no ha muerto ya.

―¿Estaba enfermo? ―Gano tiempo con una pregunta de mierda. Mi plan tambalea.

―No, pero sospecho que no ha tenido una vida fácil desde que su madre se suicidó. ―Mis tripas giran, se retuercen y cuesta todo de mí mantenerme en eje. Quiere buscar una reacción de mi parte que permita dejarme expuesto, que desnude mi estrategia. ¿Sospecha quién soy realmente o su paranoia acaba de quedar a la vista?

―Vida trágica. Pobre criatura.

―Sí, pobre criatura―su sonrisa ladina es asquerosa. Quiero vomitar, matarlo y llevar a Veronika lejos de aquí, donde los fantasmas y monstruos como Martin Harris no existan ―. Regresaré en un minuto. Puedes ir con las mujeres a hacer lo que sea que están haciendo ―mueve la mano con desdén.

No respondo y acato su sugerencia sin dudar. Un minuto más cerca de este tipo y soy capaz de asesinarlo a sangre fría.

Cuando estoy abajo, ver a Roni sirviendo champagne en las copas de cristal, vestida de rojo, con una sonrisa cálida estampada en su rostro me contrae el corazón.

Sí, he descubierto que tengo uno que funciona cuando está cerca de mí.

Trago, con el desborde emocional de lo ocurrido allí arriba torturándome, con el dolor de saber que he conocido la felicidad y no podré aferrarme a ella por mucho más tiempo.

"Soy tu venganza" CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora