36

300 59 38
                                    

―Que los cumplas, feliz

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

―Que los cumplas, feliz. Que los cumplas feliz, que los cumplas, mi hermosa Roooni...que los cumplas, feliiiiiiz...―la gruesa voz de Fabien es adictiva para mis oídos, mucho más cuando me sorprende en la cama con una bandeja repleta de cosas ricas para el desayuno.

Por fortuna, todas las calorías extra que obtengo comiendo las elimino en sus brazos.

Es un ganar-ganar absoluto.

Aparto el mechón de cabello que cae sobre mi rostro y cruzo mis piernas, ubicando la bandeja sobre mis muslos. El edredón cubre mis senos desnudos y pido tres deseos en el más profundo de los silencios.

Soplo la pequeña vela que montó sobre un cupcake decorado con un apetitoso frosting con formitas de corazones. Sin dudas, no esperaba recibir mis treinta años de este modo.

Me besa los labios y corre la bandeja. Sin embargo, agarra el cupcake, le quita la vela y arrastra el dedo sobre la cresta de crema, llevándoselo a la boca.

―¡Hey! Eso es mío. ―protesto.

―Lo sé, lo he comprado para ti, pero pensé que podíamos volvernos creativos y usar esta crema para otras cosas también ―eleva una ceja, malévolo.

Aun me duele el cuerpo a causa de la maratón sexual que hemos tenido durante la madrugada. No nos habíamos visto en dos semanas y ambos estábamos que explotábamos.

Fabien aleja las sábanas que he arremolinado junto a mis pechos, haciendo que mis pezones se erijan ante el contraste con la temperatura del ambiente. Los mira con deseo e inesperadamente, roza mis botoncitos de carne tierna con la cresta fría de crema.

―Oh, eres muy, muy malo. ―Mi voz sale ronca.

Su lengua traza círculos, esparciendo, limpiando y lamiendo mis senos. Inclino mi peso sobre mis codos, invitándolo a seguir.

―Nunca me saciaré, Veronika. Nunca tendré lo suficiente de ti.

―Me alegra que estés al acecho ―Echo el cuello hacia un lado y hacia atrás, observando con avidez el modo en que unta mi cuerpo con ese delicioso pastelito azucarado.

Muerdo mi labio, absorbiendo sus ojos lívidos, sus labios calientes sobre mi abdomen y su respiración erizando mi piel. Circula mi ombligo y lo delinea con lo poco que queda de crema.

Fabien jala del cuello de su sudadera hacia adelante, delatando su propósito a futuro. Se sube a la cama y a la mierda el cupcake, porque comienza a mordisquear y a recorrer mi cuerpo con una paciencia innata.

En dirección al sur, su rostro se hunde entre mis piernas, tomándome como su desayuno. No me quejo, me encanta alimentarlo y que me haga retorcer de goce.

Mis pliegues aún están sensibles por tanta actividad, lo cual acelera mi explosión. Su nombre sale en un suspiro, mi clímax ha llegado rápido, fuerte y él se vanagloria de sus logros.

"Soy tu venganza" CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora