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El domingo nos enviamos mensajes picantes con Veronika y quedamos en hablar, vestidos y despiertos.

Todo mi día se caracterizó por una estúpida sonrisa, una sonrisa que se desdibujó sorpresivamente cuando, por la noche, me transmitió su planes para la víspera de navidad.

―Creo que ninguno de los dos estuvo con la cabeza en la Tierra como para recordar que el próximo sábado es Nochebuena. Lo siento, sé que debería haberte consultado antes, pero mi padre ejerce un horrible poder sobre mí.

No eres la única, muñeca.

―Quizás ya tenías planes y eso es bueno pero...―habla y habla, visiblemente nerviosa. Aún estoy en estado de shock, con mil sensaciones rebotando en las paredes de mi cuerpo entumecido ―...estás en todo tu derecho a decirme que no. Iré a casa de mi padre, o de su pareja en este caso, sola. No quiero que te sientas en la obligación y...

―Veronika, detente por un segundo ―la interrumpo. Ha lanzado palabra tras palabra sin que yo pueda meter bocadillo. No es que tuviera un discurso preparado o algo con lo que interrumpir, pero necesito un poco de silencio para procesar que, de aceptar, estaré cara a cara con el criminal que ha hecho de mis días un calvario.

No solo sabré dónde está oculto sino que cenaré con él.

Tan jodidamente increíble como peligroso.

―Disculpa. Esto me tiene inquieta.

―No puedo evitar sentirme halagado de que quieras que te acompañe, pero...no sé...¿tú estás segura? ―Quiero hablar con Mitchell y urdir un plan de abordaje. Nunca pensé que la oportunidad se daría tan rápido y fuera tan sencillo acercarme a Harris.

―Quiero que me acompañes. Estoy segura.

―Roni, ¿temes a tu padre? ―la pregunta sale naturalmente de mi boca. Sé cuánto la intimida, lo mucho que le disgusta hablar con él. Sinceramente y dejando de lado mi plan original, no quiero que el tipo la desprecie como ha hecho durante toda su vida.

El hijo de puta tiene una hija que vale oro y jamás se ha preocupado por ella. De súbito, el orgullo y una fuerte necesidad por defenderla se instala en mi pecho.

―No, no le temo ―resopla ―, pero las últimas veces que hablamos no ha sido del todo amable. Nunca logro complacerlo y se las arregla para que termine sintiendo dolor de estómago cuando cuelgo.

Mierda, eso hiere.

―Cuando le dije que quería llevar a un amigo solo se preocupó porque ese amigo fuera Robbie.

―¿Tu ex?

―Sí, el infiel.

―¿Y por qué lo haría? Él te engañó, tu padre tendría que estar del lado de su hija.

―Pfff, él sostiene que no fui lo suficientemente paciente. Y en cierto modo, creo que me echó la culpa de su infidelidad.

―¡Eso es absurdo!

―Como sea ―puedo imaginar sus hombros cayendo en señal de derrota ―. Piénsalo y ya sabes, no tienes que decir que sí solo para complacerme.

―Veronika, me encantaría pasar navidad contigo. Solo debería informar de mis planes en la estación de policía; he estado fuera mucho tiempo y probablemente mis compañeros ya tengan sus días festivos asignados.

―Oh, claro. Es lógico...―su tono es desanimado.

―Conversaré con ellos. No he pasado una fiesta navideña fuera de mi trabajo desde que tengo uso de razón. Quizás sea momento de cobrarme algunos favores ―su voz se compone y ese pequeño detalle es reconfortante ―. Y ahora, dime, nena, ¿qué estás haciendo?

"Soy tu venganza" CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora