18- Poche

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El escenario estaba montado y listo para empezar a rodar. Los coches ya estaban arrancados, preparados para salir. Eran descapotables, un modelo distinto del que teníamos Calle y yo. Nuestro plan era conducir medio kilómetro por la costa. Se suponía que ella debía cortarme el paso, luciendo una sonrisa mientras lo hacía.

Yo la alcanzaría por el otro carril e intercambiaríamos una larga mirada.

Era bastante simple.

Pero yo estaba preocupada. Lo único que había junto a la carretera era el acantilado. Un movimiento en falso y el coche se precipitaría al vacío.

No estaba preocupada por mí, estaba preocupada por ella.

Una cosa que había aprendido de Calle era que sabía cuidar de sí misma.

Era increíblemente inteligente y segura. Era obvio que había aprendido las lecciones de su vida de la manera más difícil. No había otro modo de explicar cómo podía ser tan dura, como si estuviera hecha de acero. No necesitaba que yo cuidara de ella. Ni siquiera necesitaba que me preocupara.

Pero lo hacía.

―Todavía estamos a tiempo de usar un doble ―les dije a Valentina y a Calle treinta minutos antes del atardecer.

El clima era perfecto: el cielo estaba despejado y la temperatura era cálida. No nos quedaba mucho tiempo antes de que las cámaras empezasen a rodar, pero los actores se presentarían allí de inmediato por la cantidad de dinero adecuada.

―Nada de dobles ―dijo Calle―. No nos va a pasar nada.

No la contradije delante de Valentina, pero deseé ser yo quien estuviera al mando. En ese caso, le diría que usaríamos dobles y ella tendría que aguantarse y callar.

―La gente ni siquiera se dará cuenta.

―Pues claro que sí ―dijo Calle―. Siempre que veo un anuncio de coches me parece descaradísimo. Podemos hacerlo nosotras, Garzón.

Valentina la miró con un claro afecto, respetando a Calle más de lo que respetaba a la mayoría de la gente.

―Si eso es lo que quiere ella, así será.

Quise estrangular a mi hermana. Las cosas serían mucho más sencillas si me limitara a contarle la verdad. Cada vez me tentaba más la idea de romper la promesa que le había hecho a Calle. Ella no se enteraría, pero el orgullo que sentía por mi propia palabra me impedía hacerlo. Si ella no confiaba en mí, anularía nuestro acuerdo.

―Métanse en los coches y haremos la primera toma. ―Valentina se dirigió al director, que aún estaba configurando los últimos detalles en las cámaras.

Calle se encaminó hacia su coche, con una blusa blanca y un pañuelo azul alrededor del cuello. Cuando los expertos le habían arreglado el pelo y la habían maquillado, su aspecto estuvo a la altura de la portada de una revista. Si no se dedicara a los negocios, desfilar en pasarelas habría sido una alternativa con muchas posibilidades.

Me acerqué a ella por detrás y la agarré por el codo.

Ella apartó el brazo de inmediato, dando otro paso hacia la derecha para mantener la distancia.

―No me toques en público, Garzón. ―Sus palabras no escondían el veneno de quien estaba enfadado, sino que fueron pronunciadas con absoluta sencillez.

Estuve a punto de agarrarla de nuevo, sólo por gusto.

―Calle, no estoy muy convencida de esto.

―Garzón, estás exagerando.

Las Jefas- (Adaptación Cache) Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora