107- Calle

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―Maria José, no hace falta que vengas. ―Doblé la ropa y la metí en la maleta que había sobre la cama.

Ella se puso detrás de mí mientras preparaba su equipaje para el viaje.

―Ya lo sé.

―Lo digo en serio. ―No aparté la mirada de la maleta. Mirarla a ella
siempre era una distracción demasiado grande―. No es necesario que hagamos todo juntas sólo porque vayamos a casarnos.

―Eso también lo sé. ―Sus fuertes pisadas resonaban tras ella mientras se movía.

Puse los ojos en blanco.

―Pues entonces quédate. No voy a hacer más que trabajar todo el tiempo.

Se puso a mi lado y su sombra se extendió sobre mí. Sostuvo una prenda de lencería brillante delante de mí y la dejó caer sobre el resto de mi ropa.

Era una pieza con braga y sujetador fabricada con diamantes auténticos.

Deseé apretar los muslos al instante.

María José se aproximó más a mí, acercándome los labios a la oreja.

―Y cuando no estés trabajando, estarás follando. ―Me besó la curva de la oreja antes de alejarse y dirigirse a su armario.

Se me puso piel de gallina en los brazos a pesar del gran número de veces que me había excitado. Toqué la lencería brillante y la doblé con cuidado antes de colocarla encima del resto de mi ropa.

―Siempre puedo ponerme esto cuando vuelva.

―Yo voy donde vayas tú.

Volví a poner los ojos en blanco aunque ella no podía verme.

―Pues cuando tú vayas a viajes de negocios, no esperes que vaya contigo.

―Claro que vas a venir conmigo ―dijo con frialdad―. Y tu maleta estará llena solamente de lencería.

En mis labios apareció una sonrisa.

Ella no podía verme la cara, pero se imaginó mi reacción.

―Lo digo en serio.

―Ya lo sé ―susurré―. Por eso sonrío.

Cerró su maleta y la dejó junto a la puerta.

―¿Viene alguien más?

―Daniela y Juliana vienen con nosotras.

Suspiró audiblemente, lo cual me indicó que lo había hecho a propósito.

―¿Qué?

―No me gusta compartirte.

―¿Unas horas en un avión es demasiado para ti? ―pregunté con
sarcasmo.

―Sí. Una sola hora es demasiado. ―Llevaba vaqueros y una camiseta
negra. Tenía un aspecto espléndido con tonos oscuros, ya que potenciaban su callada agresividad. Se acercó a mi lado en la cama y me miró abiertamente, poseyéndome con una sola mirada.

―Última oportunidad para echarte atrás… ―Teníamos que marcharnos en los próximos quince minutos. Metí mi neceser de maquillaje, además de un cepillo y algo de laca.

―No voy a echarme atrás. Tenerme a tu lado no hace más que aumentar tu
poder. He visto cómo te habla la gente a veces. No te dirán una puta palabra
mientras yo esté allí.

Era un detalle, pero para mí no.

―No necesito que hagas desaparecer mis problemas. He alcanzado mi
poder yo sola y no necesito un Chihuahua guardián para conservarlo. Me he ganado mi reputación dando ejemplo, no inspirando temor. En cuanto me esconda detrás de alguien, perderé ese respeto. Así que vamos a dejar eso claro ahora mismo. Yo represento mis negocios sola. Es algo completamente ajeno a ti y yo soy ajena a tus negocios. Puede que estemos unidas en todos los demás aspectos, pero ahí vamos a poner una línea. Si crees que necesito que vengas en mi rescate… entonces no me conoces ni lo más mínimo. ―Cerré la maleta y la llevé al ascensor, rodeándola e ignorándola.

Las Jefas- (Adaptación Cache) Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora