40- Poche

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Joder.

¿Cómo había pasado aquello?

El día había comenzado con absoluta normalidad. Tenía sus bragas en el
bolsillo, no parábamos de tontear por mensaje y, de repente, se produjo la explosión.

Y lo destruyó todo.

Calle me había dado el beneficio de la duda para aclarar las cosas con el
periodista.

Estaba enojada hasta límites insospechados, pero había sido lo bastante lógica como para escucharme. Todavía sentía suficiente afecto por mí como para darme un poco de margen y permitirme exponer mi versión.

Pero todo aquello se había ido al traste cuando descubrió los archivos que estaban guardados en el último cajón.

Con aquello no había vuelta atrás.

Era sumamente incriminatorio, era una pistola humeante, la prueba física de que había estado husmeando en sus asuntos. Cuando le dije que nunca había leído aquella información a pesar de tenerla en mi poder, hasta a mí me resultó difícil de creer. Era imposible que una mujer inteligente como Daniela Calle se lo fuera a tragar.

Estaba de mierda hasta el cuello.

No sabía qué hacer.

No sabía por dónde empezar.

¿Cómo iba a arreglar aquello?

Empecé por el New York Times. Entré en el edificio y pregunté por Jared
Newman.

Después de esperar durante casi cuarenta y cinco minutos, por fin me
llevaron a su oficina.

Aquel tipo no era más que un nombre sin rostro, pero deseaba asesinarlo en las mismas narices de decenas de testigos.

―¿Por qué me ha mencionado como fuente de su artículo? ―No me presenté ni me anduve con florituras.

Conseguir que me exculparan era la única posibilidad que tenía de recuperar a Calle.

Él me miró desde el otro lado de su escritorio, ligeramente apocado por la ferocidad de mi mirada. Parecía el típico periodista, con una camisa de color azul claro y gafas. Tendría poco más de cuarenta años y ya empezaban a aparecerle algunas arrugas en el borde de los ojos.

―Porque usted era la fuente… y me pidió que la nombrara.

―¿Cuándo? ―espeté furiosa―. Usted y yo no hemos hablado nunca. Ni
siquiera nos hemos mandado un solo correo. ¿Con quién habló?

―Con usted ―dijo con tono aburrido―. Al menos, eso es lo que me dijeron en su momento.

―¿Fue una conversación telefónica? ―Debería haberme sentado, pero era
incapaz.

Estaba demasiado fuera de mí como para no estar de pie. Por las venas me corría demasiada adrenalina, demasiadas ansias de destrucción. Quería reducir su oficina a escombros como acababa de hacer con mi propio despacho.

―Sí.

―¿Cuándo? Quiero todos los detalles.

―Hace tres días. Me llamó a las cuatro de la tarde, dijo que era María José Garzón y me contó su historia. Me dijo que la mencionara como fuente. Me envió un paquete de documentos de la policía para demostrar su historia.

Alguien estaba yendo a por mí. Pero ¿quién?

―¿No cuentan con ningún procedimiento para comprobar la identidad de sus fuentes antes de nombrarlas? Yo no lo he llamado jamás ni le he enviado nada. Alguien se hizo pasar por mí, me están incriminando.

Las Jefas- (Adaptación Cache) Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora