103- Calle

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Juliana se pasó por casa antes de que María José llegara del trabajo y
repasamos los progresos que ella y la señorita Abisambra estaban haciendo en la oficina. Ahora que veía todos sus proyectos desplegados ante mí, me daba cuenta de que asociarme con ella había sido la mejor decisión que había tomado jamás.

Tenía mucho que ofrecer.

Estar en posesión de aquella clase de avances tecnológicos cambiaría la
dirección de la compañía. Al tener constantemente nuevos dispositivos que ofrecer a nuestros clientes, siempre tendrían una novedad que esperar. La gente estaría en ascuas, esperando lo que vendría a continuación. Los productos más antiguos bajarían de precio, por lo que más líneas de negocio podrían permitirse comprarlos.

Ahora que conocía el verdadero alcance de las habilidades de la señorita Abisambra, entendía que nunca habría estado en condiciones de competir con ella.

Me habría aplastado.

―Tomaste la decisión correcta, Juliana.

Estaba sentada disfrutando de un botellín de cerveza fría frente a mí en la mesa del comedor y teníamos los papeles desperdigados entre nosotras. Iba vestido con una falda de tubo gris y una blusa blanca.

―¿A qué te refieres?

―A la señorita Abisambra. Me considero una mujer inteligente y con
talento, pero en comparación con su intelecto no habría podido competir con ella… no con esta clase de tecnología. Mi marketing siempre sería superior al suyo, pero sin un producto mejor, eso no habría importado.

Asintió levemente.

―Deberías confiar más en mí.

―Ya confío en ti, te confiaría mi vida. ¿Cómo podría confiar más en ti?

Sonrió antes de beber de su cerveza.

―Es una mujer excepcional. Creo que esta asociación estará mucho tiempo dando frutos. Por no mencionar que es fácil llevarse bien con ella. No
tiene un carácter difícil ni tampoco una pizca de arrogancia. Se concentra en el trabajo y en nada más.

Advertí que Juliana siempre decía un montón de cosas buenas sobre ella y
que sus cumplidos eran excesivos. No hablaba en términos tan halagüeños de nadie más, ni siquiera de Juan Carlos o Kyle Livingston.

―Ella está prohibida, Juliana. Sé que es guapa y lista, pero hay de sobra
donde escoger.

Su rostro se volvió inexpresivo.

―¿Qué?

―Ahora somos socias. ¿Tienes idea de lo complicado que se volvería todo si te liaras con ella? ―La vería un tiempo y luego la dejaría. Entonces la
situación se volvería incómoda cada vez que estuviesen juntas en la misma
habitación. Juliana era mi mejor amiga y era probable que ella y yo también nos hiciéramos grandes amigas. Era una combinación abocada al fracaso.

Juliana se llevó lentamente el botellín a los labios y dio un sorbo.

Yo organicé los papeles y los devolví a la carpeta.

―¿Sabes? María José y yo somos incapaces de ponernos de acuerdo sobre mi apellido.

Juliana seguía bebiendo, acabando con todo el contenido de un solo trago.

―¿Quieres un poco de agua?

Se terminó la cerveza y se secó la boca con el dorso de la mano.

―Estoy bien.

―Entiendo su punto de vista, pero para mí es un sacrificio enorme.

Juliana se aclaró la garganta antes de volver a mirarme.

Las Jefas- (Adaptación Cache) Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora