44- Poche

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Yo era de esa clase de mujeres que no se rinden nunca.

Si quería algo, no me detenía hasta conseguirlo.

Aquello se aplicaba a los negocios y a diversas tareas.

Pero nunca a las personas.

Jamás había querido estar con una mujer a la que no pudiera tener. Las
mujeres deseaban meterse en mi cama porque tenía fama de ser una bestia, o bien porque querían estar cerca de mi billetera y dar una vuelta en mi Bugatti.

Anhelaban saber cómo había llegado a tener tanto éxito, como si yo fuera a
compartir mis secretos con ellas si el sexo tenía la destreza suficiente.

Pero yo nunca les importaba.

Daniela Calle no necesitaba ni una puñetera cosa de mí. No había nada que yo pudiera darle que no fuese capaz de conseguir por sí sola. Lo único que ella quería de mí era… a mí. Se preocupaba por mí de verdad y me quería por todo lo que había debajo de mis trajes y vestidos de diseño: me quería tal y como yo era.

Y ahora la había perdido.

Yo me había jugado el cuello al revelarle al mundo la historia con mi padre.

Ahora me acosaban con preguntas por doquier, preguntas que no quería responder.

Había mancillado la reputación de mi padre con un pasado que él había
querido que permaneciese enterrado.
Básicamente le había declarado la guerra.

Por una mujer.

Pero aquello daba igual, porque no había servido para recuperar su confianza.

No había reconquistado su corazón.

No había servido de nada.

Su decisión no debería haberme tomado por sorpresa; desde un principio había tardado mucho tiempo en abrirse a mí. Durante meses, nos habíamos ido conociendo
a través del sexo y de escuetas conversaciones. Me habían hecho falta meses para romper su cascarón, e incluso entonces, ella había mantenido la mayor parte de sí misma oculta tras aquellos ojos. Había mantenido unos muros altos y gruesos a su alrededor.

Pero, con el tiempo, yo los había ido derrumbando lentamente.

Había derribado todas sus defensas hasta llegar al fondo de su ser y había
visto su alma desnuda cuando nadie podía hacerlo. La tenía en mi mano, la
tenía justo al lado del corazón. Había dejado atrás a Daniela Calle y finalmente había llegado a Daniela… la hermosa mujer que vivía en su interior.

Pero entonces me la habían arrebatado.

No me sorprendía que hubiera salido corriendo. No me sorprendía que no
fuera a darme otra oportunidad. Había dado la cara por mí y había salido herida. Se había acercado demasiado al fuego y se había quemado. Ella no era el tipo de mujer que corría riesgos, porque su pasado le había enseñado a no hacerlo.

Y ahora estaba demasiado aterrada como para volver a confiar en mí.

A menos que limpiara mi nombre sin que quedase rastro de duda, ella nunca volvería a ser mía.

Mierda.

Pasé los siguientes días acampada en mi propio ático. No paraba de recibir
llamadas de números desconocidos, mi cara salía en todas las noticias y tenía la bandeja de entrada llena de correos entrometidos. Toda la atención estaba centrada en mí; ni una sola persona pensaba ya en Calle.
Cuando me imaginaba siguiendo adelante con mi vida, no sabía qué dirección debía tomar. Antes de conocer a Calle, mi vida era bastante sencilla, pero también insulsa. Iba de bares con las amigas, ligaba con hombres o mujeres aquí y allá,
y me pasaba la noche follando. Tenía reuniones de trabajo durante la semana, contaba mis cheques y los llevaba al banco. Tenía de todo, pero al mismo tiempo me sentía vacía. Era fácil conseguir buen sexo, pero el sexo
excepcional que compartía con Calle era algo insólito.

Las Jefas- (Adaptación Cache) Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora