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— ¿Estás listo Han?— preguntó el castaño, este asintió y Jeongin comenzó a dar una breve explicación de lo que harían.

— ¿Solo debo batir todo?— preguntó Han.

— Sí, pero debes prestar atención a la consistencia, — le recordó Jeongin.

— Buenos días chicos, ¿qué hacen?— preguntó Hyunjin entrando a la cafetería.

— Buenos días, Hyunjin, — respondió Han

— ¿Porqué estás aquí tán temprano?— preguntó Jeongin, — te dije ayer que abrimos a las nueve, apenas son las siete de la mañana.

— Yo estoy acostumbrado a despertar temprano, — dijó el pelinegro.

— De acuerdo, — dijo Jeongin, — yo le estoy enseñando a Han  a hacer un pastel.

— Bien, — dijo Hyunjin, — Estaré afuera trabajando en mi computadora, — informó, — Jeongin verdad no quiero afectar tu trabajo,realmente me asignaron aquí, — agregó antes de salir.

— Lo sé, — dijo el castaño sonriendo a medias, — lamento lo del otro día. — Hyunjin asintió y los dejó seguir trabajando.

Más tarde fue lo mismo del día anterior, el pelinegro observó los movimientos de Jeongin  mientras preparaba los pasteles, miró dentro del refrigerador comprobando cada uno de los ingredientes, incluso se puso a inspeccionar los utensilios.

Jeongin preparo pocos pasteles porque sabía que sus clientes todavía no confiaban del todo en su cafetería.

— ¿Hoy también cerraremos temprano?— preguntó Minho después de cortar algunas fresas para decorar uno de los pasteles.

— Eso creo, — dijó el castaño sonando resignado, y el corazón del pelinegro se apretó un poco al escucharlo tan desanimado. Tenía que admitir que a la hora de hornear, Jeongin era muy enérgico, miró la dedicación que le ponía a cada preparación, revisó los ingredientes, así que tampoco entendía porque un pastel preparado con tanta dedicación tendría mal sabor..

Cerca de las cinco de la tarde nuevamente cerraron. Hyunjin se ofreció a llevar a Jeongin y Minho  debido a que vivían en el mismo edificio pero Minho  le dijo que irían al cine.

[...]

Una semana había transcurrido y las cosas seguían iguales, la mañana transcurría tranquila con uno que otro cliente entrando en la cafetería.

— ¿Hoy no está trabajando Han?— preguntó el pelinegro.

— Bueno de hecho él solo nos ayudaba tres días de la semana y bueno ni siquiera hay tanto trabajo,
— dijo Jeongin.

Hyunjin asintió y encendió su computadora. Recibió
una llamada de Karina a la hora del almuerzo por lo
que aceptó ir con ella a un pequeño restaurante.

Cuando entraron, Hyunjin notó a Charlie discutiendo
con un hombre que se le hacía familiar, pero no recordaba de dónde.

— ¿Pasa algo?— preguntó Karina.

— Nada, — dijó Hyunjin, aún así no dejó de observar a Charlie. Luego de un rato esté salió algo alterado.

Hyunjin y Karina  terminaron su almuerzo, y la rubia
dijó,
— Bueno en media hora debo volver a mi trabajo
pero si tú quieres puedo pedir la tarde libre y—
El pelinegro la detuvo, — Lo siento Karina, yo sí
debo volver a mi trabajo, — la rubia asintió y ambos
se despidieron.

A pesar de que el almuerzo terminó pronto, Hyunjin
llegó algo tarde a la cafetería y notó que estaba vacía, caminó hasta la cocina encontrándo a Jeongin  vertiendo una mezcla en unos recipientes más pequeños.

— ¿Qué haces?— le preguntó.

— Estaba por hornear cupcakes, — informó el castaño.

Hyunjin asintió y volvió a hablar, — Jeongin, cuando obtuvo su atención continuó, — ¿Realmente mis hot-cakes estaban tan mal?— preguntó.

El castaño soltó una risilla que de alguna forma hizo sonreír a Hyunjin, — Malísimos, — dijó Jeongin, —escucha, no tendría porqué mentir, Karina también los probó. Hyunjin asintió, — Entonces, ¿Podrías enseñarme a prepararlos?— preguntó un poco tímido.

Jeongin no había visto esa expresión en Hyunjin, le
sorprendió un poco verlo así, — Seguro, — dijo el
castaño, — yo puedo enseñarte, pero tengo una condición.

— ¿Cuál?— preguntó Hyunjin cruzándose de brazos.

— Bueno mientras aprendes tendrás que llamarme chef Jeongin, — dijo, sabiendo de la actitud orgullosa del pelinegro.

— No lo haré, — respondió Hyunjin, tal como el castaño lo había pensado.

— Bien, entonces no puedo enseñarte, — bromeó.

— ¿Porqué eres tan infantil?— dijó Hyunjin  rodando los ojos.
— No me estás llamando infantil a mí, — dijó el castaño mirándolo mal.

— De acuerdo pastelito, — bromeó Hyunjin y Jeongin levantó el rodillo que tenía cerca como advertencia.

— Joder Jeongin, primero un cucharón y ahora eso,
— rió Hyunjin, — y pretendes que no te llamé infantil.

El castaño se sonrojó y bajó el rodillo, Hyunjin le sonrió, estaba a punto de decir algo cuando recibió
una llamada, entonces su expresión seria volvió.

— Si, ya lo tengo, gracias, — colgó y miró a Jeongin, — ¿Minho va a regresar?— le preguntó.

— Si, — dijó Jeongin, — solo fue a comprar algo para la cena.

Hyunjin asintió, — De acuerdo, entonces lo esperaremos.

Jeongin lo miró confundido, — ¿Qué pasa Hyunjin?—
preguntó preocupado.

— Es sobre la cafetería, — informó Hyunjin, el castaño estaba a punto de preguntarle que era exactamente cuándo  Minho llegó.

— Que bueno que llegas, — dijó  Jeongin y el rubio lo miró preocupado, antes de que preguntará Hyunjin comenzó.

— Ha pasado una semana desde que he estado comprobando su trabajo, — Jeongin asintió, — ustedes me han visto inspeccionar detalle a detalle, y realmente no encontraba ninguna explicación del mal sabor de los pasteles, — Minho lo miraba impaciente así que el pelinegro continuó.

— Así que recurrí a las cámaras de seguridad. Jeongin y Minho seguían confundidos, desde luego sabían que había cámaras pero ellos no tenían el acceso, eran sólo por precaución pero desde que se habían instalado en el centro comercial ningún robo había ocurrido.

— Acerquence, — pidió Hyunjin mostrando la grabación en su computadora.

— Han?— exclamaron Jeongin y Minho  al observar al peliazul abriendo el mostrador y colocando una extraña sustancia en los pasteles.

— Lamentablemente en la cocina no hay ninguna
cámara, — dijó Hyunjin, — pero estoy seguro que hizo lo mismo con cada pastel recién preparado.

Jeongin seguía en stock, el peliazul era un buen chico, o al menos eso pensaba, el rubio tampoco podía creerlo, había tenido un enamoramiento secreto por el peliazul y descubrirlo arruinando su cafetería era desconcertante.

— No lo puedo creer, — dijó Jeongin, — necesito
hablar con él, yo no lo entiendo, — miró a Minho — Debemos enfrentarlo, — les dijó Hyunjin, — ¿Creen que pueda venir ahora?

— Debe de venir, — dijó el rubio furioso, — yo no puedo esperar hasta mañana.

— Llámalo, — pidió Hyunjin.

Dulce delicia [hyunin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora