16

49 11 11
                                    


Jamie

-¿Estás seguro de que lo has dejado aquí?

-Como para llevármelo conmigo...

La miro sin comprender esa pregunta porque la respuesta es de lo más evidente. ¿Dónde iba a llevarme a un tío insoportable, pero moribundo? Camila se lleva las manos a la cabeza y ambos caminamos en círculos mientras tratamos de poner en orden nuestras ideas.

-¿Cómo no cerraste con llave, James?

-Porque era un rescate, no un puñetero secuestro.

-¿Y si se lo ha llevado alguien? -Miro a Camila porque ese hilo argumental es una clara consecuencia de su adicción a las series policiacas-. A lo mejor es un prófugo. ¡A lo mejor hemos dado cobijo a un prófugo, James! Vendrá la Interpol a por nosotros y nos acusarán de encubrimiento...

Aguanto el tipo con la mirada fija en ella mientras espero a que se quede sin ideas. Cuando, al cabo de un rato, eso no ocurre, le tapo la boca con la mano y espero a que me mire.

-Nadie se llevaría a un moribundo vestido en franela a no ser que fuese para ingresarlo en Urgencias, Cam, ni siquiera la Interpol. El tío se habrá creído enserio que lo he secuestrado y ha huido, así de fácil.

La veo torcer las cejas rubias y retiro la mano de su boca.

-Es imposible que pensase que eres un secuestrador, Jamie. Eres un tío mazapán.

Suspiro lento mientras la miro. Camila se inventa términos continuamente.

-Eso no existe, pero entiendo el punto. Y siento decirte que si no fuera así, seguiría aquí en lugar de haberse largado en mitad de la recuperación. Y con la pierna como la tiene... Va a durar en pie cinco minutos y nada de esto habrá servido de nada.

-Qué mierda -Camila deja caer los brazos a ambos lados del cuerpo y me mira con gesto lastimero-, ese tío era todo lo que podría haber pedido por Navidad. Alto, guapo, misterioso...

Moribundo, resuena otra vez en mi cabeza. No me lo puedo quitar de la mente. La barba apelmazada por los copos de nieve, las cejas y el pelo cobrizos cubiertos de blanco, la piel dorada de un color gris y apagado, los labios azulados, el latido débil y distante... No sé qué me da más miedo, encontrarlo y que vuelva a hablarme como lo ha hecho, o no encontrarlo y castigarme siempre por ello. Y encima me da rabia porque no se ha comportado como una persona por la que merezca la pena preocuparse, y sin embargo aquí estoy yo, como siempre, haciendo lo que se supone que debo hacer.

-Ve a avisar a la gente para que estén alerta. Si no se ha abrigado lo suficiente o se pone otra vez a hacer el explorador imprudente... Creo que no hace falta que siga la frase.

Camila asiente. Desaparezco en el interior de la casa y el revuelo me llama la atención. La ropa que tanto me costó ponerle estaba ahora tirada por el suelo, sus cosas habían desaparecido y el cuenco de las galletas estaba medio vacío. Quería devolver a ese tío de una patada al lugar del que había salido, pero una voz en mi interior siente como un triunfo que hubiese comido algo. Si se ha escapado, al menos su estómago tendrá calorías encima.

Salgo con un par de walkie-talkies de los que usamos para movernos por el pueblo. Me quedo uno y el otro se lo tiendo a Camila, que me mira con un toque de curiosidad.

-¿No pensarás...?

-Intento no pensar, porque si lo hago concluiré que se merece todo lo que le pasé. -Suspiro profundamente. Cuantas más vueltas le de a esto, más posibilidades habrá de que elija quedarme en casa-. Corre la voz por donde puedas, yo voy a pedirle a Conrad su moto de nieve por si se le ha ocurrido salir del pueblo. Avísame con lo que sea.

Camila se despide de nosotros y Hook me mira ladeando la cabeza.

-Ni una palabra -le indico alzando el índice antes de encaminar mis pasos hacia la iglesia-. Por si fuera poco, ni siquiera sé su nombre para poder insultarlo a gusto. Seguro que se llama Jasper.


Anochece en Blue RibbonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora