Capítulo 8

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Habíamos marcado. No sé cómo ni cuándo, bueno sí que lo sabía, pero seguía impactada. Riccardo había controlado un pase y había chutado a puerta.

Sé que he dicho que quería hacerles despertar y todo eso, pero no me esperaba esa reacción y tampoco me esperaba que fuera tan rápido. 

No nos dio tiempo a remontar el partido ya que justo cuando los Empollones sacaron de centro el árbitro pitó el final. Aún así, me confirmaba con el resultado. 

Miré a mi alrededor, yo no era la única sorprendida, todos lo estaban. Algunos se lo habían tomado muy bien y se habían alegrado: Arion y Jp.

Otros estaban enfadados: Michael, Doug, ...

Otros simplemente no entendían porqué lo había hecho: Gabi, Subaru, ...

Y luego estaban los que tenían miedo de lo que pudiera pasar como Eugene.

Yo no sabía cómo sentirme, pero de esos grupos estaría con Arion y Jp, me alegraba que Riccardo quisiera jugar al verdadero fútbol.

Nos dirigimos al autobús que nos llevaría de nuevo al instituto. Me senté de nuevo sola, aunque en verdad no me importaba, el autobús iba entero en silencio y las miradas eran bastante incómodas así que no me hacía especial ilusión meterme por ahí.

Simplemente empecé a pensar en lo que iba a hacer ahora, y creo que iba a hacer una parada por el hospital para ver un rato a mi padre. Hace poco le fui a ver, pero me gusta ir a menudo, además de que creo que Sol también estará y nunca sienta mal verle. Cogí el móvil y avisé a mi hermano de lo que iba a hacer para que no se preocupase ni estuviera pendiente de mí.

Al llegar, fui prácticamente la primera en bajar, no me gustaba mucho el ambiente que había y creía que irme de ahí lo antes posible era lo mejor que podía hacer.

Comencé a caminar hacia el hospital de la ciudad Inazuma, me iba a poner la cascos pero al parecer me los había olvidado en casa. Se me notaba que estaba nerviosa ya que no se me suelen olvidar las cosas.

Iba andando mientras miraba el suelo, no sabía ni en qué estaba pensando, era como si de vez en cuando se me viniera algo a la mente, pero se iba rápidamente. Por eso mismo me dejé llevar hasta que llegase, no tenía nada mejor que hacer y no me gustaba ir andando con el móvil por la calle, me parecía incómodo.

Al final el camino se me hizo más corto de lo que me esperaba porque cuando me quise dar cuenta, ya estaba delante de aquella fachada blanca.

Si os soy sincera, odio los hospitales. Es algo bastante irónico y no es que haya cogido algún trauma por mi padre ni nada por el esttulo. Es solo que siento que cada vez que alguien va, le dicen algo malo, y cuando te dan una noticia buena, es porque antes te han dicho algo malo. No es que esté en contra de ellos ni nada, se moriría muchísima más gente si no existieran, pero no me parecen un lugar agradable en el que estar.

Mientras paseaba por los pasillos los enfermeros me iban saludando, claramente me conocían por todas las veces que había estado ahí.

Llegué al despacho de mi padre y toqué varias veces la puerta para asegurarme que podía entrar, y así fue, poco después recibí un adelante.

—Hola pequeña, ¿cómo va todo? —me preguntó. Él había cambiado bastante ya que se dio cuenta de ciertas cosas que hizo mal con Axel, así se había quedado el pobre...

—Todo bien papá, ¿y tú? ¿qué tal las cosas por aquí?

—Pues como siempre, ya sabes, muchos enfermos.

Estuvimos hablando un par de minutos, no es que tengamos una relación super unida, pero le quiero igualmente.

Finalmente me despedí ya que se iban a acabar las horas de visitas y quería estar un rato con Sol.

Antes de llegar a su habitación me choqué con una silla de ruedas, bueno, mejor dicho, me atropelló. Caí al suelo y mis cosas se cayeron conmigo también. Levanté la cabeza y me encontré a un chico que me recordaba bastante a alguien.

—Lo siento lo siento —el chico se intentó mover pero le fue inútil, creo que es paralítico —. Te ayudaría pero no puedo.

Me sonrió al terminar de hablar, la verdad que se me hacía bastante adorable.

—Tranquilo, estoy bien —pero mis palabras se contradicieron cuando al apoyar el pie al levantarme sentí un calambre en el tobillo y de no ser porque alguien me sujetó y yo logré apoyarme en la pared, me habría caído al suelo.

—Parece que bien no estás, Blaze —esa voz...

Claro, ahora todo cuadraba, se me resultaba parecido porque es el hermano de Víctor del que me habló Axel. Pero no se parecen mucho en la personalidad la verdad, su hermano parece más majo, podría aprender.

—¿Os conocéis? —preguntó extrañado —. Pero si llevas el chándal del Raimon, ¿vas al club de fútbol con mi hermano? —asentí en forma de respuesta —. ¿Víctor no se saltará ningún entrenamiento? Es que como siempre está viniendo a visitarme me preocupa que pueda dejar sus obligaciones de lado, además que a él le encanta el fútbol... —probablemente iba a seguir hablando si no fuera porque Blade le interrumpió.

—No tiene por qué saber mi vida Vlad —gruñó a la vez que le regañaba.

—También está un poquito amargado —no pude evitar soltar una risa, razón no le faltaba.

De repente pasó Camelia por el pasillo y me vio sujetándome a la pared a la par que Víctor me tenía agarrada del brazo y se acercó a nosotros.

—Lisa, ¿estás bien? ¿quieres que te mire el pie? —lo último lo preguntó al ver que no tenía uno de mis pies apoyado en el suelo.

—Sí, por favor —dolía bastante a decir verdad, tan solo rezaba porque no fuese nada grave.

Ellos se fueron para un lado mientras que Vlad, creo que era, me seguía pidiendo perdón, parecía alguien agradable. Camelia y yo fuimos a la primera sala vacía que había y me quitó el zapato con el calcetín para poder ver mejor qué me pasaba.

Su Sonrisa [Víctor Blade]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora