Capítulo 44

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Ya era el partido contra la Academia Militar Mar de Luna, aunque antes de jugar teníamos la presentación del torneo. Mark nos había dicho la alineación antes de ir al estadio y sería titular, algo que no me sorprendía demasiado.

Las cosas con Aitor no habían mejorado. Seguía teniendo sus roces con Gabi, pero al menos solo era con él. Al resto del equipo no nos molestaba.

Hablé con Riccardo un par de veces y siempre me contestaba lo mismo: lo mejor es no entrometerse en sus asuntos. Entendía lo que decía, él era el capitán y confiaba plenamente en su criterio sólo que no me gustaba que hubiese ese ambiente en el equipo.

Sentía que nos dividiríamos en dos como siguiésemos así.

Víctor, por su parte, ni se molestaba por ello, no le preocupaba lo que hacían los demás y quería que yo hiciese lo mismo.

Estaba a su lado en el autobús, yo iba mirando por la ventana, admirando el paisaje mientras que él agarraba y acariciaba mi mano.

Escuché a Shun y a Hugues quejarse de su titularidad, diciendo que los de primero seríamos titulares por encima de ellos. Nosotros éramos mejores, tampoco había mucho más que discutir. Víctor y yo habíamos sido entrenados por el Sector V, incluso podíamos sacar espíritus guerreros, al igual que Arion. Era completamente lógico que fuésemos titulares.

—Shun, Hugues, no perdáis la concentración —dijo Jude —. Siempre debéis estar preparados para cuando sea necesario.

Aunque eso era cierto tampoco daba muchos ánimos.

Por la ventana se empezó a ver la sede del torneo, el Complejo Deportivo Ruleta.

Al verla me di cuenta de que mi hermano iba a estar allí. Mark y Jude le iban a ver y ya no iba a poder escapar. En el momento en el que diera el discurso sabrán que es él.

Llegamos al Complejo Deportivo Ruleta y el comentarista comenzó a introducir todo. El torneo, los candidatos a Gran Emperador... Mientras tanto íbamos accediendo al interior del estadio, al terreno de juego.

Un gran ruido inundó mis oídos al pisar el césped. Había miles de personas gritando "Quinto". Todos estábamos extrañados por eso.

A mí, me hacía sentirme pequeña, ver tanta gente en nuestra contra, era una forma de demostrarnos lo insignificantes que éramos.

Una chica se puso en el megáfono y comenzó a explicar lo que iba a suceder: el discurso de apertura del Gran Emperador.

Era la hora que deseaba que no sucediese nunca. Estaba nerviosa, realmente nerviosa, y no quería estarlo porque cualquiera se podía dar cuenta de que él era mi hermano.

Nos parecíamos bastante y como a alguien le diese por jugar a las semejanzas nos pillarían instantáneamente.

Salió al balcón y un gran proyector puso su imagen en el estadio. Cuando Mark y Jude le vieron, se giraron instintivamente en mi dirección, cosa que solo podía aumentar sospechas. Rezaba porque nadie más se enterase.

—Jugadores que os habéis ganado el derecho a venir —comenzó hablando —. Declaro abierta la última fase del torneo del Camino Imperial. El Camino Imperial es la cima del fútbol —lo decía tan en serio que me hacía replantearme si ese era el verdadero Axel Blaze —. Ahora empieza el auténtico reto, quiero ver cómo respondéis a estos desafíos.

Tras el discurso, toda la grada empezó a chillar, eufórica. Yo, en cambio, suspiré aliviada, ya había pasado lo peor.

De nuevo, el comentarista explicó todo sobre los distintos estadios y cómo se desarrollaría el torneo.

...

Al día siguiente, estábamos en una estación de tren para ir al estadio del partido. Estaba emocionada por jugar y no era la única. Arion y Jp estaban radiando alegría.

Entramos al tren. Frente a nosotros estaba la Academia Militar Mar de Luna. Tan solo nos separaba un cristal así que nos podíamos ver perfectamente.

Me senté al lado de Víctor y apoyé mi cabeza en su hombro, intentando que él me transmitiese tranquilidad ya que si seguía tan emocionada, mi corazón iba a salirse de mi pecho.

—Pero si es Doug —no sabía de qué, pero ese nombre me sonaba.

Levanté la mirada y había un chico con el pelo morado del cual me acordaba perfectamente. Ese era el exjugador del Raimon.

Todos estaban bastante sorprendidos. A mí no me pareció raro, era normal que se hubiera ido a otro equipo. Las cosas no pintaban bien y si quería seguir jugando la opción fácil era esa, cambiarse de instituto.

Durante el viaje se sentía la tensión. Incluso Arion estaba preocupado, algo que no entendía. El resto eran sus amigos y todo, entonces lo veía normal, pero Arion a penas había hablado con él, no debería de preocuparse tanto por alguien con el que no tenía ninguna relación.

Nos bajamos del tren, y nada más hacerlo el entrenador de la Academia Militar Mar de Luna nos comenzó a juzgar con la mirada.

—Sois el instituto Raimon, ¿no? —claro que lo éramos. Vaya pregunta más absurda.

—Oye Doug, ¿te has unido a la Academia Mar de Luna sabiendo que iban a jugar contra el Raimon? —preguntó Riccardo.

En su tono de voz se notaba la decepción que sentía. Honestamente, no sabía que se había marchado por eso, ahora les entendía algo mejor.

—Buenos chicos, he pensado que tenía que enseñaros cómo es la realidad —¿qué iba a saber él sobre la realidad?

Varios de los veteranos comenzaron a decirle que no le entendían y cosas similares.

—Los que se enfrentan a una gran corriente al final terminan aplastados, y al verdad es que lo lamentaré por el Raimon —nunca me había caído realmente bien, pero ahora mismo me alegraba de que Doug estuviera en el equipo rival para así poder ganarle.

—Ya basta —habló un grandullón del otro equipo —. Alessandro el Grande, el capitán de la Academia Militar Mar de Luna. Os puedo asegurar que Doug McArthur posee un magnífico sentido del fútbol. Su talento y habilidad conseguirán grandes logros en la Academia Mar de Luna y con el fútbol del Sector V.

Vaya aires se daba, era el capitán, no un rey visigodo. Tampoco era necesario alagar tanto a su compañero. No jugaba mal, pero no era nada del otro mundo.

—Oye, ¿quieres decir que con nuestro fútbol no lo haría? —Riccardo parecía ofendido.

—Vamos a poder comprobar cuál de los dos tiene razón —estaba claro que iba a ser el nuestro.

No iba a permitir que nos ganasen después de esto. Por mucho que no había dicho nada, me había sentido ofendida, yo, el Raimon y el mismo fútbol.

Su Sonrisa [Víctor Blade]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora