4. La goma de pelo

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Valeria

Estaba con el equipo de voley, hablando y conociéndonos más. Estábamos riéndonos cuando las chicas miraron detrás mío, por lo que me giré.

Di media vuelta haciendo que la persona que se acercaba y yo nos quedáramos a escasos centímetros. No tardé en reaccionar y me alejé unos pasos.

- Val - habló Pablo.

- Valeria - rodé los ojos - ¿qué pasa?

- Aquí tienes la entrada del partido de mañana - sacó el papel del bolsillo de dentro de la chaqueta americana.

- No quiero ir.

- O vas o me chivo - se encogió de hombros.

- ¿Pero por qué insistes tanto con que vaya?

- Para demostrarte que no juego mal - sonrió de lado.

- Está bien, iré, pero no te acostumbres que no voy a volver a pisar el Camp Nou - cogí la entrada que tenía en sus manos.

- Bueno, eso ya se verá.

Suspiré y salí de aquella sala para dirigirme a mi habitación. Me estaba empezando a doler la cabeza a causa de la música tan alta, así que me tomé una pastilla y me fui a dormir.


Pablo Gavi

Valeria se fue, dejándome allí con las chicas del equipo de voley.

- Valeria - gritó una chica, pero Val no le escuchó ya que siguió caminando.

- ¿Pasa algo? - pregunté.

- Durante la cena me molestaba mi pelo y ella me dejó una para atarlo, se la iba a devolver pero no me escuchó - respondió quitándose la goma del pelo para enseñármela.

- Dámela, yo se la doy.

- No tranquilo, mañana tenemos entreno, se la puedo dar yo.

- Dámela, yo se la doy - la chica me miró raro - por favor.

Le extendí mi mano y me miró extrañada, pero aceptó. Dejó la goma sobre la palma de mi mano y la cerré.

- Gracias - sonreí y me fui con los chicos.

- - - - - - - - - 

Estaba durmiendo hasta que una alarma me interrumpió.

- Joder - gruñí y me tapé las orejas con mis manos.

Dirigí mi mano a la mesita de noche para apagarla, pero no encontré el teléfono. Suspiré y abrí los ojos poco a poco, y ahí fue cuando vi a Pedri tumbado en la cama a mi lado.

Me di cuenta que la alarma provenía de su móvil que estaba en la otra mesita, en el lado izquierdo de la cama.  

- Ostia puta, apagar la alarma de una vez - dijo alguien.

- ¿Balde? - pregunté extrañado al verlo tumbado en el suelo al lado de la cama.

- ¿Quién coño tiene la alarma puesta?- habló Eric, quién apareció igual que Balde pero en el lado de Pedri, incorporándose hasta quedar sentado en el suelo y llevando sus manos a su cara.

- Apágala, está en la mesita - contesté y Eric alargó su mano hasta apagar finalmente esa alarma.

- Gracias - respondió otra voz.

- ¿Ferrán? - pregunté al verle en los pies de la cama, también tumbado en el suelo - esto es increíble, ¿hay alguien más o que?

Reí ya que la situación me parecía graciosa, pero lo último que me esperaba era escuchar otra voz.

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