Neteyam es secuestrado por el Alfa Olo'eyktan de un clan cercano que afirma que Eywa los ha destinado a ser almas gemelas.
A solo unas semanas de presentarse por completo como Omega, Neteyam se encuentra atrapado entre tratar de encontrar el camino...
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— Pulo, ayúdame a atarlo y luego ve a avisar al otro grupo de la aparición de Neteyam.
Una semilla de temor comenzó a brotar en su estómago ante la orden dada, demasiado consciente de lo indefenso que estaba. La presión alrededor de su cola era lo único que mantenía a Neteyam en su lugar mientras le ataban las muñecas a la espalda. Luego, unas manos firmes subieron al omega al caballo huargo antes de sentarse detrás de él, con un brazo aprisionándolo contra el ancho pecho del alfa.
El estómago de Neteyam dio un vuelco al pensar en lo que ahora inevitablemente le esperaba. Su mente estaba atrapada en una batalla entre suplicar perdón al alfa o dar la pelea de su vida para evitar volver.
— No necesitas atar-
— Ni una palabra de ti, pequeño. — La amenaza silenciosa yacía en el aire haciendo que Neteyam cerrara la boca.
A pesar de las terribles circunstancias, el chico Sully no pudo evitar apreciar el calor que el alfa le proporcionaba desde atrás. Su mente posterior omega estaba desesperada por sentir el contacto piel con piel y el confort que conlleva.
Buscaron al trote tomar la ruta más rápida de regreso al pueblo.
Neteyam se sintió impotente ya que sus posibilidades de permanecer sobre el caballo estaban literalmente en manos del alfa. Con el tiempo, el miedo al castigo que se avecinaba superó con creces el miedo a caerse, ya que el agarre del alfa era tan inamovible como una piedra.
En menos de una hora llegaron a las afueras del pueblo.
La vergüenza se apoderó de sus entrañas al ver a casi todos los miembros del clan asomándose, esperando el regreso del omega.
Kxolo hizo un trabajo rápido al lanzar al omega directamente desde la silla en el caballo hasta que se recostó sobre su hombro. — Quédate quieto o te daré algo por lo que realmente patear — Advirtió bruscamente, aquietando efectivamente a Neteyam. El impulso de pelear se estaba agotando lentamente.
Kxolo lo cargó hacia arriba y a través del árbol hasta que llegaron a una gran tienda de bungalows entre los árboles. Lo dejaron caer de pie en la tienda y le cortaron las ataduras. Neteyam estiró rápidamente los brazos y se frotó las muñecas con molestia.
— Sólo intentaba-
— Ahora no es el momento de hablar, Neteyam. Tengo que informar al pueblo de tu regreso. Mientras estoy fuera vas a usar el agua y el paño que te han tendido para asearte. Luego te sientas sin decir nada y esperaras tu castigo.
Neteyam tragó saliva al oír las palabras, viendo cómo el alfa salía, marchándose de inmediato.
Neteyam trató de encontrar consuelo en la sensación de ropa fresca y piel limpia, pero nada pudo mantener a raya su ansiedad. Nunca había visto a Kxolo tan enojado. Le recordaba a cuando su padre lo llevaba a la tienda para que lo disciplinara, pero de alguna manera era peor. Sus instintos omega le gritaban que buscara al alfa y le pidiera perdón. Prometerle comportarse y ser un buen omega, cualquier cosa con tal de estar en sus brazos.
