Capitulo 37. Primera y última.

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— Jung-Kook — lo retó con la mirada — no me hagas perder la cordura.

Recargo su mano en el muslo del menor, estaba sediento por más, quería ver que tan lejos podía llegar y cuanto soportaría antes de darse cuenta de que estaba metiéndose con un hombre.

— ¿debería preocuparme? — Sonrió, recargando su espalda en el borde del sillón para poder observar mejor al mayor.

— Si — se acercó a su rostro, sintiendo su respiración con olor a whisky — ¿sabes quién soy, verdad?

Jung-kook dejó salir una pequeña risa, reposando sus brazos en el borde del sillón — un par de tragos no hace que te desconozca, en cambio tú eres otra persona cuando bebes, haces cosas que sobrio jamás te atreverías — sus ojos se cerraron casi por completo al sonreír.

— Eso es mentira — renegó el castaño.

— si estuvieras en tus cinco sentidos, no estarías encima de mí, devorándome con la mirada descaradamente — llevo la cabeza hacia atrás, extendiendo por completo su cuello — es una lástima que incluso borracho tengas límites.

Esas palabras golpearon el orgullo del mayor, era verdad que incluso con unos tragos de más su consciencia no le permitía hacer nada, quizá era saber que el menor no estaba libre, sin embargo, ahora que se habían separado sabía que debía aprovechar esa oportunidad que durante años había esperado.

El castaño se levantó del regazo de Jung-Kook, se dirigió a la mesa para tomar una botella, pero no quedaba ni una gota de alcohol en ella. Observó a su alrededor y se percató de la cava de vinos, no lo pensó más y paso torpe se dirigió hacia la cava.

— Dejemos algo en claro — se inclinó para tomar una botella — no soy tu puto conejo de laboratorio, si algo pasa, es porque yo lo permití, en dado caso soy yo el que te está usando — golpeó la punta de la botella contra la mesa, haciendo que reventara. No había tiempo de sacar el corcho, no sabía cuánto tiempo el pelinegro seguiría tan accesible, debía aprovechar cada minuto.

— ¿y que va a pasar? — su lengua jugaba con su piercing del labio inferior.

Ho-Seok llevo la botella a su boca, sin hacer contacto con ella ya que no quería cortarse. A una altura prudente, dejó caer la bebida dentro de él. Bebió hasta llegara la mitad de la botella, el sabor era un poco más suave que el whisky, así es más fácil beberlo.

— ¡Hey tonto! ¿qué haces? — se levantó de inmediato del suelo para arrebatarle la botella — ¿Acaso quieres morir de una congestión alcohólica? — le quitó la botella de la mano, pero el castaño conservó un trago en su boca.

Se acercó al pelinegro y sin titubear, sus labios conectaron con los de él, pasándole el último trago que conservó en su boca.

Sus labios se alejaron de Jung-Kook, quien tragó algo ansioso aquel licor sin hacer gestos. Ho-Seok dio unos ligeros pasos hacia él, violando el límite de espacio personal, colocó su mano en medio del pecho y le dio un ligero empujón, tirándolo al sillón — Bébelo, lo necesitarás.

El castaño se hincó en la orilla del sillón, justo donde estaban los pies del pelinegro. Sus manos se apoyaron en el sillón y comenzó a gatear hacia él, colocándose nuevamente en su regazo. Se sentó un momento, mientras lo admiraba desde arriba, viendo esa hermosa vista que pensó jamás contemplar tan de cerca.

Su rostro se inclinó hacia él, sus labios merodearon por los del menor, tentándolo a que él diera el primer paso para besarlo. Aunque su paciencia era poca, optó por besar cada parte de su rostro, llegando a la oreja, respirando suavemente en ella y finalizando con una sutil mordida en el lóbulo.

SIEMPRE FUISTE TÚ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora