4#Ira

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-Es que, de verdad, no haces nada más que amargarme más el día, llego cansada de trabajar dieciséis horas para darte todo lo que tienes, y no eres capaz de siquiera poner buna cara, pareces un vagabundo con ese pelo, con tu cara y tu postura, ¿No puedes mejorar aunque sea un poco? ¿No puedes pensar, aunque sea un poco en mí? Malagradecido- No paraba de gritarle, todo lo que durante muchísimos años le repitió una y otra y otra vez... siempre era lo mismo.

Y para qué contradecirle, no había forma de que sintiera un poco de empatía, era terca y narcisista. Le hizo la vida muy complicada a Kenma y lo sigue haciendo.

-Lo siento...- se limitaba a decir siempre, y sin mirarle a los ojos, porque incluso eso podría empeorar todo; estaba cansado, pero ¿Qué más podía hacer?

-Como siempre, sólo te victimizas. ¿Dónde estabas? ¿Por qué llegas tan tarde? ¿Y cómo mierda te hiciste eso? ¿Ahora que estupidez hiciste? ¡lo único que haces es darme migraña, y vergüenza, ahora todos van a pensar que fui yo la que te hizo eso! ¡AAAAAHHH!- después de dar ese grito de irritación que sobresaltó al rubio, suspiró pesadamente y se volteó -Subí a tu habitación, si no quieres otro golpe más, apura-. 

Sólo hizo caso, subió a su cuarto y cerró la puerta con cuidado, ahora cualquier cosa que haga, su madre se pondría peor; ni siquiera intentó llorar, ya no tenía lágrimas que soltar, ya lo hizo toda su infancia que ya se había acostumbrado... realmente ya no le sorprendía nada de su madre, ninguna amenaza le importaba mucho actualmente.

Escuchó como su madre se iba a su cuarto y azotaba la puerta fuertemente, Kenma cerró los ojos y se echó en su cama. Luego de un rato los abrió y sacó la pastilla de su mochila, abrió la bolsa y la observó, sabía lo que estaba haciendo, pero al mismo tiempo lo ignoraba.

Se la tragó y de nuevo entró en ese mundo... que sentía que le estaba salvando, pero al mismo tiempo en el fondo, muy en el fondo, sabía que se estaba condenando.

. . .

A la mañana siguiente se despertó tarde, ya que olvidó poner la alarma, pero de alguna forma no le importaba mucho, ya ni si quiera se esforzó en levantarse rápido y salir corriendo. Se quedó ahí en su cama mirando el techo. 

Otra vez volvieron los pensamientos de siempre, ya que desde luego la droga no iba a durar para siempre, aunque fuera algo que deseara bastante.

Se odiaba, realmente nunca aprendió a quererse, nunca se lo enseñaron así que se quedó con eso, no importaba cuanto se lo repitiera Kuroo u otros amigos como Hinata, para él nada de eso era cierto y lo decían sólo porque eran sus amigos y querían ser amables o cariñosos.

Estaba ya tan acostumbrado a eso, que ya estaba cansado, todo era tan monótono, todo era mejor en segundo; primero no fue su mejor año, los de tercero eran egoístas con los de primero y siempre les dejaban el trabajo duro a ellos, llegó hasta el punto en querer salir del equipo de voley del Nekoma, si no hubiera sido porque Kuroo le pidió que no lo hiciera, o bueno más que nada le dijo que no podía hacerlo. 

Nunca sintió que su vida fuera buena, de hecho, envidiaba a los demás, pero no era muy constante ya que no se fijaba mucho en la vida de otros. Pero veía a la familia de Kuroo y se preguntaba: ¿Cómo será tener una familia así? Se preguntaba si se sentiría mejor, y ahora que lo pensaba, capaz y estando con padres como los de Kuroo, jamás hubiera probado esa maldita pastilla. 

Capaz si hubiera sido más feliz su vida o más llevadera, no estaría pensando en ese instante, en querer tener otra pastilla, y se estaba insultando y odiando soberanamente. 

Después de mucho tiempo, las lágrimas volvieron, porque sabía que lo que estaba haciendo, no estaba para nada bien, ni para él ni para nadie de los que lo conocieran, pero ya no había vuelta atrás... ya se había condenado, y ahora sólo estaba atrapado con las drogas, completamente encadenado a ellas.

Su primera reacción fue limpiarse rápidamente las lágrimas, pero era inútil, sus pensamientos divagaban rápidamente al igual que sus lágrimas.

Y le entró la ira, hacia sí mismo y hacia todo, pero en especial hacia su madre... todo esto era culpa de ella y sólo de ella... 

Se paró rápidamente, agarró su mochila y lo volcó, botando todo lo que había dentro, lo dispersó por toda su habitación, fue a su escritorio y tiró todo de un sólo movimiento, empezó a gritar de rabia, dolor, impotencia, de todo lo que le pasaba, la injusticia que tenía que vivir. 
Fue a su armario y todo lo que había dentro lo empezó a sacar, dejando todo en el piso. 

Vio su celular, y por acto de impulsividad lo agarró y lo tiró lejos de sí; siguió gritando sin importarle el ruido que hizo su celular al caer. 

Hasta que terminó en el piso arrodillado, sin poder controlar su respiración; le dolía el pecho, le dolía si garganta por tanto gritar y le empezó a doler varias partes del cuerpo, no sabe realmente porqué, pero dolían y sus ojos de los cuales aún no paraban las lágrimas, ardían. 

Si mente callaba lo que pasaba a su alrededor, ya no existían los ruidos de los autos, ni de los pájaros en los árboles cercanos, ni su celular que sonaba y vibraba por la llamada entrante de alguien. 

Todos estaba fuera de control, todo lo que sentía y le pasaba ya estaba fuera de sus manos, llegó hasta el punto en el que se desmayó, sólo vio nublado y nada más, ni el cómo se golpeó contra su frio suelo y dejó su celular sonando a un costado, una y otra vez. 


Un poco corto, pero ahí está, perdón por hacerles esperar sjjsjsjs pero aquí está disfruten.

Alone again... [Kenma Kozume]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora