20#Rehabilitación

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Luego de pasar dos días en ese lugar, por fin le dieron de alta, por lo cual se fue con su madre a casa, él iba a ir directo a su baño, dispuesto a drogarse, pero se dio cuenta de que había dos sujetos vestidos completamente de blanco en la cocina, que lo miraban fijamente. 

Su madre no le dijo nada en todo el camino o inlcuso en el hospital, tampoco le dirijió la mirada. Les dio una señal a los sujetos y comenzaron a caminar hacia Kenma que intentó correr a su habitación, pero fue atrapado por ellos. 

-¡Eres una maldita desgraciada!- le gritó a su madre, que en ningún momento se volteó a verlo, ni siquiera cuando la insultó, se lo llevaron en una camioneta blanca que tenía las ventanas con rejas. 

Los forcejeos estuvieron en todo momento, pero no funcionaron. Finalmente llegaron a un lugar, luego de un largo camino, que parecía una casa bastante grande completamente minimalista, sólo que las ventanas tenían rejas. 

Al parecer algunas de sus cosas estaban en lo que parecía su nueva habitación, sobre su cama. El lugar era horrible, parecía un hospital. 

-La puedes ir decorando a tu manera- dijo una señora alta, que estaba parada en la puerta. Kenma la miró indiferente.

-¿Cuánto tiempo voy a estar aquí?-. 

-Todo depende de ti, cuando veamos que ya mejoraste, podrás irte de aquí- dijo con una sonrisa cálida, aunque para Kenma no fue nada cálida -El almuerzo estará servido en diez minutos- dijo antes de irse.

Kenma no sabía qué hacer, más que sacar sus cosas de su maleta de voley, donde al parecer su mamá puso lo que encontró y obviamente nada estaba doblado o bien acomodado.

Lo que lo deprimió un poco fue que no estaba su Nintendo, era obvio ya que su madre no sabía de tal. Por suerte tenía su celular.

Vio "su habitación" y se dio cuenta de que no era todo blanco, era un poco crema, con un techo de color levemente verde. Las cortinas eran de un rosa pastel. Y donde debería de estar la puerta, estaba vacío. Estaba odiando el lugar, completamente.

Luego de ordenar sus cosas en un pequeño mueble con cajones, escuchó una campana llamando desde el piso de abajo.

-La comida está servida- llamó una voz femenina, que parecía de la señora de hace rato.

Kenma no quería bajar, asi que se quedó en su cuarto unos quince minutos, revisando su celular, pero no tenía señal. Maldecía ese lugar.

-Deberías bajar a comer- Habló nuevamente la señora alta, desde la entrada de la habitación.

-¿Si no bajo me castigarán?- dijo sarcásticamente.

-No, pero si vas avanzando irás teniendo cosas que quieras, como señal por ejemplo- sonrió nuevamente. Al parecer se había dado cuenta de que Kenma estaba intentando hallar señal.

-¿Si me niego a comer para poder morir, me obligarán?- la verdad a Kenma no le imoortaba si terminaba muriendo de inanición.

-¿Tú quieres morir?- preguntaba tan calmadamente, que estaba desesperando a Kenma, como si no viera que se dio una tajada en el brazo.

-A nadie le importara si vivo o muero de cualquier forma-.

-Pensé que dependías de las drogas, no de las personas. Eso era lo que parecía- ¿A dónde estaba intentando llegar?

Kenma sólo se quedó callado, ya que era cierto, él nunca había dependido de nadie, nunca. Siempre se las arreglaba él sólo.

-Cuando quieras comer, sólo debes bajar, yo estaré en la sala- se largó.

El rubio sólo suspiró, su mente ya comenzaba a atarcarlo, llevaba muchos días sobrio e intentaba distraerse con cosas, pero en ese momento no podía, la señora había provocado que su mente explotara de pensamientos, malos pensamientos.

Su cabeza le estaba matando tanto como los rugidos de su estómago. Quería drogarse, ¿De qué forma?

Las lágrimas lo atacaron, al igual que su respiració acelerada. No quería estar ahí, pero tampoco quería estar en su casa. No quería estar en ningún lado. No quería seguir.

Comenzó a rasguñarse la mano, se detuvo cuando se dio cuenta de que sangraba y en ese momento todo paró. ¿Qué estaba haciendo?

Se paró de su cama, salió de su cuarto y fue hacia las gradas, sentía que lo estaba haciendo todo involuntariamente.

-¿Quieres que sirva tu comida?- preguntó la señora al verlo ahí parado en la última grada, agarrando su mano contra su pecho.

-...Si- dijo, con la mirada baja, siguiendo a la señora al comedor.

Se sentó en una silla en el comedor y en unos segundo ya tenía su plato de comida en frente suyo. Había algo que le decía que no aceptara, pero por otra parte tenía el sonido de su estómago rugir en su cabeza, fuertemente.

-...Si como esto...y voy "mejorando"...- decía Kenma, sin mirar a la señora que estaba a su lado -¿Me darán pie de manzana?- preguntó con la voz un poco entrecortada.

-Claro que si-.

Kenma comió en silencio, mientras pequeñas lágrimas bajaban por sus mejillas. Al terminar la señora le dijo que debía vendar su mano.

Ahora tenía dos vendas, exáctamemte en el mismo brazo.

Sorprendentemnete llegó bastante rápido la noche. Y por lo que había visto tenía a otros tres compañeros en esa casa y una chica que tenía su edad.

Ya cuando estaba acostado con las luces apagadas, vio al techo y comenzó a llorar. Se tocó las vendas y luego de dos o talvez tres horas, logró por fin consiliar su sueño. Sin saber lo difícil que sería todos los días que pasaría allí.

Hiii, espero les esté gustando y que yo esté escribiendo bien todo lo que la drogadicción reprendente. Sigan leyendo <3

Alone again... [Kenma Kozume]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora