Puso su liviano cuerpo en la cama, le quitó la chaqueta que traía y lo zapatos. Y cubirió su cuerpo con una savana.
Comenzó a buscar nuevamente drogas por toda la habitación e incluso en el baño, pero lo único que encontró en toda esa busqueda, fue unas líneas en el escritorio del rubio, lo agarró todo en una mano, fue al baño y lo votó por el excusado. Se lavó las manos y volvió a la habitación de Kenma.
Se sentó a un costado de la cama y observó con mucho amor y dolor al rubio, apartó unos cabellos de la frente de Kenma y le dio un corto beso en su cien, antes de que las lágrimas nuevamnete comenzaran a caer.
Se echó a un lado de Kenma, sin despertarlo, aunque estando así de ebrio, nada lo despertaría. Lo abrazó por detrás y se quedó dormido a su lado. Sin saber a qué Dioses más rezarles para que Kenma esté bien, para que él mejorara, se encontraba atrapado y visiblemente cansado.
Él también era un adolescente, y no sabía cómo manejar todo este tema, era muy cansador, pero lo seguiría cuidando, aunque eso arriesgara su bienestar. Lo amaba demasiado como para dejarlo, mientras veía que estaba al borde de un acantilado, viendo que podría estar a punto de caer y...
A la mañana siguiente, el primero en despertar sorprendentemente fue Kenma, notando un peso en su cintura, el cual era un brazo. Kuroo lo estaba abrazando.
Kenma se fue levantando poco a poco, hasta que logró pararse y llegar a la puerta sin hacer ni un ruido. Entró a su baño y luego se fue a la cocina.
Estaba en modo automático, se sentía vacío, como si dentro de él ya no hubiera nada que pudiesen salvar, o incluso que siquiera hubiese algo dentro de él, ni un alma. Lo único que lograba sentir era el palpitar de migraña que tenía.
Estaba sentado al lado de la ventana de su sala, sin saber qué hacer, no tenía motivación ni siqueira para moverse. Hasta que escuchó a Kuroo bajar las gradas muy veloz, completamente alterado, al parecer por no ver a Kenma a su lado al despertar.
Pero se tranquilizó apenas verlo. Sus miradas chocaron y Kenma comenzó a llorar, no entendía bien por qué, pero no podía ya evitarlo.
Kuroo no tuvo ni siquiera que hablar, sólo fue hacia Kenma, lo abrazó fuertemente y él se aferró a su polera, llorando con lágrimas que representaban toda su pena, dolor y angustia, pero en especial porque sentía desepción de sí mismo.
Las palabras no bastaban, pero las acciones y expresiones demostraban todo y más. Kenma no paró de disculparse, sin soltarse del agarre del mayor.
—Está bien— fue lo único que pudo decirle, sin saber qué más decir —Está bien—.
Estuvieron de ese modo mucho rato. Hasta que se acomodaron de una forma que ambos estuvieran acurrucados el uno contra el otro.
—...No creo poder... seguir, Kuroo— confesó, con su voz saliendo un poco ronca por todo el llanto.
Kuroo no tuvo respuesta para eso, abrazó a Kenma con todas sus fuerzas sintiendo que en cualquier momento pudiera perderlo, no quería, no podía permitir que eso pasara, pero ¿De verdad iba a lograr que eso no sucediera? No podía saberlo.
—Por favor no me dejes— rogó el pelinegro, su voz denotaba una desesperación que Kenma nunca había visto o escuchado. Tenía miedo, mucho miedo. Su pecho se precionaba ante el pensaniento de lo que era capaz el rubio.
Nunca en su vida había sentido tanto miedo y desesperación, el nudo en su garganta que había sentido desde que encontró a Kenma en esa fiesta, no había desaparecido, en lo contrario, sentía que se había intensificado, incluso impidiendo que respirara correctamente.
Lo que le estaba pidiendo Kuroo, le parecía algo muy difícil de cumplir, en especial en esos momentos, lo único en lo que su mente estaba pensando, era en apartarlo e irse corriedo a conseguir más drogas.
Pero el pelinegro no se lo dejaría tan fácil. Con tal de no perder a quien él veía como algo más que un amigo. A quien veía con el corazón en mano, a quien amaba con toda su alma y ser, por quien daría su vida.
Inesperadamente la respiración del rubio comenzó a acelerarse, tanto como sus latidos y pensamientos.
"Debo apartarlo, antes de lastimarlo más" pensó.
"Debo alejarme de todos, antes de dañar a más personas" pensó.
"Debo desaparecer, ya no aguanto" pensó Kenma.
Bruscamente se apartó del abrazo, tambaleando al pararse, aun con el dolor palpitando en su cabeza corrió hacia la salida. Escuchaba que Kuroo lo seguía bien de cerca, diciendole que parase.
Kenma no sabía a dónde iba, sólo corría con todas sus fuerzas, sin embargo, el otro era más rápido y lo alcanzó de inmediato.
—¿A dónde vas?— dijo, sosteniendo fuertemente el brazo de el pequeño, evitando que escapace.
Kenma no lo miraba, no se atrevía a voltear y mirar esos ojos negros que harían que dudara de todo lo que estaba pensando, era lo que menos quería así que se limitó a forcejear para soltarse.
—Vamos gatito, volvamos adentro ¿Quieres?— suplicaba, llorando de miedo, miedo de qué pasaría si lo soltaba, qué pasaría si no lograba alzanzarlo.
—Testsuro, ya déjame— dijo, por primera vez resonando en los odidos del alto su nombre, la forma en lo que lo dijo, era tan dolorosa —Por favor...—.
—No. No pienso soltarte Kenma. ¡Yo te necesito, maldita sea!— gritó, comprendiendo que era el momento de decirle todo, era el momento de dejar que sus sentimientos se desplieguen ante Kenma—Kenken, no puedes dejarme, no puedes simplemente irte cuando... Cuando yo te necesito en mi vida, te quiero a mi lado. Yo no puedo dejarte ir porque... Yo te amo— soltó por fin, sintiendo una brisa fresca correr por su cuerpo.
El rubio dejó de forcejear, se quedó quieto, impactado por la confesión repentina de su amigo. Al cual nunca había visto de esa forma. Pero él no era estúpido él conocía perfectamente los sentimientos del mayor hacia él y no los entendía en lo absoluto. Kuroo estuvo siempre muy apegado a él, tanto que ciertas acciones, reacciones y opiniones sobre el pequeño, eran muy obvias sobre cierto cariño que iba más allá de la amistad.
Kenma no podía corresponder esos sentimientos, él nunca lo vio más que un amigo y no quería hacerlo. ¿Qué ganaría Kuroo estando con él? Sólo sufrimiento y dolor. Kenma quería evitar que el otro sintiera el más mínimo dolor, y lo lograría si se alejaba de él. Sabía que Kuroo no se alejaría, por más que el rubio le hiciera agonizar de dolor y desesperación.
Sabía lo que debía hacer, ahora más que nunca, la declaración le hizo abrir los ojos. Su determinación ya no iba a desaparecer, aunque mirara a esos ojos negros, en los cuales antes sentía confort, ahora sólo sentía lástima.
—Suéltame Kuroo— dijo, mirando a los ojos negros que demostraban un abismo de impotencia infinitos. La mirada que Kenma mostraba era de súplica, al igual que la del pelinegro.
—...Por favor, gatito— no paraba de suplicar, como un animal desesperado por salir de la trampa en la que cayó, arañando el suelo en busca de una solución.
Kenma aprovechó el momento de debilidad del alto, para zafarse del agarre e irse hacia donde él sabía que era su destino y el final que merecía.
Mientras tanto Kuroo no se podía mover, sus piernas no se movían, sólo sentía todo su cuerpo temblar, su corazón palpitar, su respiración agitarse y su visión borrosa por las lágrimas desbordando de sus ojos.
No pudo ir tras de él, porque cayó al piso impotente por el ataque que estaba teniendo. Y aunque Kenma fue consciente de tal suceso que ocurría a sus espaldas, no paró su andar, no paró por más que quisiera ir a ayudarlo. Estaba determinado a acabar con todo esto. Ya no podía aguantar más, nada de todo eso. El peso se agrababa con el paso de los días, hasta el punto en que estaba al borde de colapsar como nunca antes lo hizo. Debía pararlo todo.
Yeeeiii que tal? Me perdí, lo siento, pero me gustó este cap la verdad. Sigan leyendo y disculpenme por la tardanza bdbdbdbd
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Alone again... [Kenma Kozume]
FanfictionKenma comienza a experimentar con drogas para escapar de sus problemas familiares y académicos. Al principio, solo consume ocasionalmente, pero rápidamente se encuentra atrapado en un ciclo destructivo de adicción. Su vida comienza a desmoronarse: d...