25#Cielo hermoso

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Las drogas estaban acomodadas en la mesa, listas para ser vendidas. Cuando alguien tocó la puerta de su habitación, sacandolo de sus pensamientos.

Antes siquiera de que pudiera preguntar quién era, habló una voz ya conocida del otro lado.

—Soy yo, abreme— ordenó directamente. Sin siquiera avisar quien era.

—A sus ordenes capitan— dijo apensa abrir la puerta y ver a su amigo rubio ahí parado —Wow, ¿Qué te pasó?— preguntó, viendo que estaba con un aspecto muy demacrado, aun con la misma sudadera de ayer. También noto que había llorado antes, aun se veia el rastro de las lágrimas por sus mejillas. Lo dejó pasar.

—¿Qué es lo más fuerte que tienes?— preguntó sin filtros, no tenía tiempo para nada más.

—...Ey, no sé que te haya pasado, pero no creo qu— fue interrumpido antes de terminar.

—No te incumbe, dame lo más fuerte que tengas y te doy mi celular— dijo, mostrando su celular buen cuidado.

—¿Kenma estás bien?— siguió preguntando, un tanto preocupado porque él nunca había estado tan desesperado, o por lo menos según él.

—¡ESO NO TE IMPORTA, DAME LA JODIDA DROGA!— gritó.

—Shhh ¡Cállate!— ordenó un tanto exaltado, con miedo de que alguien haya escuchado.

—Dame-la-droga— nuevamente ordenó.

—No, hasta que me digas qué te pasa— contratacó.

—¿Por qué mierda te contaría lo que me pasa? NI SI QUIERA SÉ QUÉ ME PASA ¡CARAJO!— nuevamente alzó la voz. Aun más exaltado que antes, él había ido ahí con un propósito en mente, no para tener una seción de terapia, con alguien a quien ni siquiera consideraba una persona cercana.

—...No te daré nada- sentenció, sabiendo que no era lo correcto. Él se dedicaba a vender droga, pero no sentía que esto fuera correcto. 

—¡Mierda, se supone que tú eres el que gana!— dijo, pero se rindió porque sabía que no cedería, sólo le quedaba irse y buscar droga en otro lado, él no es la única persona que vende droga. Se dio la vuelta y se fue por donde vino, sin detenerse, aunque el otro le decía que parace, sin intentar detenerlo. 

Ya estando en la salida de ese bloque de habitaciones, vio a el guardia de ese lugar, volviendo a su puesto de siempre, lo recordaba porque Shuji le dijo que era su hermano, por lo cual, talvez...

—Ey— llamó tan relajado como pudo. 

—Ey... ¿Te conozco?— dijo, mirando confundido a Kenma, quien pudo notar que el sujeto estaba drogado, sus ojos estaban rojos. 

—Soy... un cliente de tu hermano— confesó.

—Ah, ¿Qué se te ofrece?— preguntó, siendo obvio que el rubio requería algo.

—¿Tú... tiénes drogas?— directo nuevamente.

—¿Por qué a mí y no a mi hermano?— preguntó desconcertado.

—Shuji no quizo venderme nada— confesó.

—Ese idiota... perdiendo formas de ganar dinero— dijo riendo —Si tengo, no tanta como mi hermano, pero si— comenzó a moverse, buscando en sus bolsillos —¿Qué es lo que buscas?— preguntó.

—Lo más fuerte que tengas—.

—Wow, bueno, lo que tú quieras. Tengo Fentanilo— dijo, suponiendo que el pequeño supiera qué era eso, aunque Kenma no tenía ni idea. 

—Dámelo— ordenó, sin preocuparse de su tono. 

—Con gusto, ¿Cuántos quieres?—.

—¿Cuántos me das por mi celular y unos cuantos yenes?— preguntó el rubio, nuevamente mostrando su celular. 

—Dos, esta es de las más difíciles de conseguir, cuesta bastante— dijo, dandole una bolsita con dos pastillas. 

Kenma sin pensarlo los tomó y le entregó su celular junto con los billetes.

—¿Estas funcionan con jeringa?— preguntó. 

—También, pero creo que yo no las tengo, puedo ir a revisar en mi oficina, si quieres— se ofreció, con una mirada cansada, pero demostrando que no tenía nada mejor que hacer. 

—...Claro— pidió, deseando que talvez de esa forma funcionara mejor. 

El sujeto se fue, dejando a Kenma en ese lugar, sin celular, ni dinero, sólo unas pasitllas a mano con las cuales ya sabía qué hacer. En su mente rogaba porque el tipo volviera con una jeringa. En su mente no estaba ni su madre, ni Kuroo, no pensaba en nadie más que en sí mismo, y cómo pondría un punto final a su historia.

—La encontré— dijo, dándoselo.

—Hum... no tengo más dinero, te di todo lo que tenía— dijo apenado, sin saber si coger las jeringas.

—Nah, no necesito que me pagues, son sólo jeringas, es un regalo, despues de todo eres un cliente frecuente de mi hermano ¿No?— se las entregó y le dio una leve sonrisa. 

—...Gracias— se inclino muy levemente y se fue de ese lugar, no sabía muy bien a dónde ir, pero sabía lo que debía de hacer. 

Finalmente luego de caminar un montón, por fin encontró un lugar tranquilo, donde no pasaba gente y estaba a la orilla de un pequeño rio, allí podría descansar tranquilamente. 

Ese lugar le parecía hermoso, había olvidado por completo esa palabra, había desaparecido por tanto tiempo de su vida que ya no la sentía como parte de él, o que siquiera en algún momento haya estado en su vocabulario. 

Se sentó en el pasto, sacó las agujetas de sus tenis, las amarró en su brazo izquierdo y con la jeringa ya lista, ante su piel, aapunto de ser penetrada por tan delgada aguja, con un propósito letal. 

Miró al cielo antes de hacerlo, sus ojos se quedaron estancados en el atardecer que había en ese hermoso cielo, fue como si lo estuviera viendo por primera vez, como si nunca hubiera visto que arriba suyo, le esperaba una vista que lo llenara de tanta dicha. 

Ese paisaje hizo que dudara por un segundo, pero recordó que no podía decistir, ya no. 

Clavó la aguja y fue inyectando el líquido lentamente hasta que no quedara nada. Al terminar, sacó la aguja y colocando nuevamente su tapa, lo guardó en su bolsillo. Se desató la agujeta y la dejó al lado suyo. 

Se hechó en el pasto, con la mirada puesta en el cielo. Esperando poder perecer con tal última vista del cielo. 

La dicha iba abandonando su ser, hasta dejar un cuerpo vacío en el suave pasto de ese lugar, que era parte de su infancia. Inconcientemente Kenma había ido a ese rio, donde entrenaba con Kuroo sus pases. Esos recuerdos pasaron fugazmente por la mente del pequeño, siendo el último recuerdo vivo en él...



Me gustó bastante ajjaaja sólo me falta un episodio, y será el fin de esta hermosa y pequeña obra mia. Sigan leyendo

Alone again... [Kenma Kozume]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora