ASSURANCE │Levi Ackerman.

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Había rastros de cera derretida y desparramada por todo el escritorio color caoba. Y es que cierto capitán había pasado toda la noche despierto encendiendo velas una tras otra cada vez que se consumía por completo.

No sabía cuál era la razón de hacer eso, pero una vez que comenzó no pudo detenerse hasta que los primeros rayos de luz inundaron la habitación y sofocaron la luz que emanaba de la pequeña llama de fuego.

Antes de que pudiera levantarse de su silla y estirar el adolorido cuerpo, la puerta se abrió de par en par azotándose contra la madera de la pared. Por poco había sido destruida por el torbellino humano que era en ese momento Hange.

─ ¡Esto no puede esperar! ─ se excusó antes de poder recibir algún tipo de insulto por parte de él, y le arrojo a la cara un sobre de papel. Levi frunció el ceño ante el nerviosismo palpable de la chica. ─ Esto lo encontré en el escritorio de Erwin anoche.

─ ¿No que no podía esperar? Me lo hubieras dado apenas llegamos en la madrugada.

─ No quería abrumarte con esto de inmediato. Creí que sería bueno dejarte descansar primero.

Levi quiso burlarse. Si tan solo supiera que no había pegado un ojo en toda la noche.

─ Ya envié a alguien a buscarla. ─ añadió cuando el pelinegro leía las primeras hojas. Su ceño se frunció más y más conforme avanzaba la lectura, hasta que dejó caer los papeles al suelo y se levantó de un salto de la silla enviándola lejos. ─ ¡Espera!

No hubo forma de detenerlo. Levi corrió a través de los pasillos vacíos con Hange pisándole los talones y llamándolo a gritos.

El pelinegro alcanzó a dar dos pasos fuera del cuartel cuando se detuvo abruptamente por la carroza que se había detenido a unos metros de él.

Jean descendió primero, y luego extendió el brazo para ayudar a Callie a salir.

─ ¡Llegaron antes! ─ se quejó Hange una vez había salido del cuartel con la respiración entrecortada. ─ Maldición, es bastante cruel hacer que una persona herida corra así, Levi.

─ ¿Qué estás haciendo aquí? ─ preguntó Levi a la castaña, ignorando a su compañera y superior. Su tono de voz sonó tan frío y cortante que hizo que tanto Jean como Hange se estremecieran. ─ ¿Por qué tú inscripción está aquí?

Callie abrió la boca, pero la cerró de inmediato. Definitivamente no esperaba una bienvenida así.

─ Callie es ahora el nuevo médico de la legión. ─ respondió Hange por ella.

─ No. No lo es. ─ Levi se acercó peligrosamente a la menor. ─ ¿Cómo podría ser eso posible? ¿No dijiste que querías quedarte en Trost y ayudar a los civiles?

La ojiverde se sintió intimidada al tener tantos ojos observándola, pero sin duda, la mirada del capitán era la que más la intimidaba.

─ Así era cuando tenía un motivo para quedarme ahí. Mi familia. ─ respondió finalmente la menor. ─ Pero ya no están ahí. No tenía sentido quedarme en un hogar lleno de recuerdos dolorosos. Así que tome la decisión de seguirte, después de todo eres lo único que me queda.

─ Tiene que ser una maldita broma.

─ Además. ─ añadió.─ Necesito encontrar mis propias respuestas. Erwin dijo que podría ayudarme...