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Segundo Acto.

DÉCIMO CAPÍTULO.

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Frío.

Hacía mucho frío. Tanto que sintió cómo sus brazos tiritaban, o tal vez era por el esfuerzo inhumano que había hecho anteriormente por levantarse que ahora estaban débiles. No lograba ver adecuadamente, pero la humedad en su cuerpo y rostro le indicaban que una tenue lluvia caía.

Se sintió agradecido.

Recordó dónde estaba antes. Zeke. La explosión. La intensidad de la batalla lo envolvió en recuerdos fugaces. De no haber sido por la lluvia, su cuerpo se habría calcinado por el fuego que lo rodeaba tras la explosión.

Una silueta estaba frente a él. No podía ver claramente su rostro, pero podría jurar que era Syam. Sus ojos, borrosos por el esfuerzo y la lluvia, intentaban enfocar la figura que se acercaba lentamente.

─Aún no ─logró murmurar, su voz apenas audible por la debilidad─. No puedo morir aún. Callie me está esperando en casa. Debo volver.

El cansancio se apoderaba de él, cada palabra le costaba un esfuerzo monumental. Sus párpados pesaban como plomo, y su cuerpo parecía rendirse ante la gravedad y el agotamiento.

─Solo estoy cansado ─susurró, con la esperanza de que Syam, o quien fuera esa figura, entendiera su desesperación. La necesidad de regresar, de cumplir su promesa, era lo único que lo mantenía consciente.

Finalmente, Syam se arrodilló a su lado. Tenía el ceño fruncido, una clara señal de su preocupación. Levi recordó que era la misma cara que ponía cuando Erwin se saltaba la cena por estar ocupado con los informes.

Una mirada de desaprobación.

Los ojos del semi castaño se fijaron con preocupación en una parte especifica de su cuerpo, pero Levi no podía decir a ciencia cierta qué era. El dolor y el cansancio nublaban su percepción.

Cerró los ojos un instante, tratando de aliviar la molestia de las gotas que caían con fuerza sobre su rostro. Sentía el frío cortante de la lluvia y la desesperación que se filtraba en su ser.

Cuando los abrió de nuevo, Syam ya no estaba allí.

─ ¿Qué demonios pasó aquí? ─escuchó a alguien más, pero no fue capaz de reconocer a quién pertenecía la voz. Su mente estaba tan perturbada que no podía concentrarse en las voces de fondo o su entorno, ni mucho menos a quién pertenecían los brazos que lo alzaron con cuidado. La sensación era extrañamente reconfortante, a pesar del dolor que le recorría el cuerpo.

─Está muerto ─era la voz de Hange. Saber que ella estaba ahí con él le dio tranquilidad. Sabía que ella podría manejar cualquier situación.

─Déjame comprobar eso. Aprendí a tomar el pulso.

─Floch, ¿no ves el estado en el que está? Es imposible, incluso para él, sobrevivir a estas heridas.

Sintió los leves rayos de sol iluminar su rostro, dejando atrás la lluvia que lo había salvado hace poco. El cambio de temperatura le hizo estremecerse, un fuerte pitido en sus oídos lo estremeció aún más. Tal vez era una de las secuelas que había dejado la explosión, por lo que no fue capaz de oír la detonación ni los murmullos de sorpresa que todos lanzaron cuando vieron emerger el cuerpo de Zeke desde el interior de un titán.

Sintió una descarga de dolor agudo en su cuerpo cuando, repentinamente, Hange lo abrazó con fuerza y se lanzó al río. El impacto del agua fría contra su piel fue un shock, pero en ese momento, el dolor era tan abrumador que agradeció la inconsciencia que pronto lo envolvió.

ASSURANCE │Levi Ackerman.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora