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Segundo Acto.

OCTAVO CAPITULO.

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El viento invernal soplaba con una fuerza abrumadora en medio de la noche, mordiendo la piel expuesta a medida que ambos se internaban a través del bosque de los árboles gigantes. La castaña no pudo evitar sentir un pequeño escalofrio recorriendo su columna cuando los recuerdos amargos volvieron a invadirla. Aún podía escuchar las voces de sus captores y sentir el dolor que le habían infligido sin remordimientos, y lo peor de todo, podía recordar el miedo que sintió cuando se encontró con esas bestias gigantes sacadas del infierno.

En ese entonces, había creído firmemente que jamás tendría que volver a pisar ese mismo lugar, y de paso, nunca escuchar o ver a los titanes. Era irónico que después de todo, había decidido quedarse con las personas que arriesgaban su vida por la humanidad.

Si, era irónico. Pero lo había hecho por amor.

Ciegamente decidió confiar en el hombre al que le había entregado su corazón, a su prometido, y por supuesto, no tenía arrepentimiento alguno.

Se aferró con fuerza a la cintura de Raiden cuando el caballo estornudó y relinchó impaciente, molesto por la cantidad de mosquitos que había alrededor. El líder le dio un par de golpecitos en el cuello, calmándolo con éxito.

Soltó un suspiro de alivio cuando retomaron el paso, se ajustó la capucha y se recargó en su espalda, atraída por el calor que el mayor irradiaba.

—Estamos cerca —anunció, notando de inmediato la tensión en el agarre que tenía la menor en él. Acarició su mano enguantada, intentando reconfortarla —. Todo saldrá bien.

La castaña asintió levemente.

A medida que se acercaban al lugar donde Levi mantenía a Zeke bajo custodia, los latidos acelerados de Callie fueron prácticamente audibles. A pesar de su entusiasmo y valentía, los nervios la estaban dominando. Raiden entendía esa ansiedad; después de todo, estaban en medio de una operación crucial que podría determinar su futuro.

Finalmente se detuvieron. A solo unos pasos de distancia, se divisaba la tenue luz de una fogata, cuyas llamas danzantes proyectaban sombras al suelo, revelando la presencia oculta de los soldados de la legión, camuflados entre la espesura de los árboles.

Raiden se quitó la capucha, revelando su rostro, y luego descendió del caballo, extendiendo su mano para ayudar a Callie a bajar con gracia. Ella le dedicó una sonrisa de agradecimiento antes de volverse hacia Levi, quien se había acercado de inmediato luego de divisarlos a la distancia.

—¿Tuvieron problemas para llegar hasta aquí? —preguntó.

—Todo estuvo bajo control —aseguró Raiden con confianza—. Me quedaré aquí hasta que Callie esté lista para regresar.

Levi asintió en acuerdo, en su interior estaba profundamente agradecido de que Raiden se diera el tiempo de ayudarlo. Extendió su mano a la menor y le dio un apretón, intentando transmitirle seguridad.

—Veamos lo que tiene que decir.

Raiden y Callie asintieron, se mantuvieron cerca de Levi mientras avanzaban en dirección a la fogata. Algunas reclutas de la legión, al notar la presencia del líder de la policía militar, descendieron desde los árboles y se acercaron sin titubear, casi rodeándolo.

—¡Oh, mira quién está aquí! —exclamó una de ellas con una sonrisa juguetona, provocando risitas entre sus compañeras.

—Hola, líder Thomas. —dijo otra con un tono coqueto.

ASSURANCE │Levi Ackerman.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora