13. Emociones

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Tener una cita con Calum no fue tan mala idea después de todo

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Tener una cita con Calum no fue tan mala idea después de todo.

Me demostró que a veces escuchar es mejor que hablar.

No es que no hablara durante toda la cita, pero reírme con sus anécdotas y comentarios fue un poco tranquilizador.

Sobre todo porque no tuve que contar mucho sobre quién era en realidad.

Mientras estuve en la cafetería, noté como una mata de cabello azabache se quedaba muy quieta cerca del mostrador y cerca de Siena, como si no quisiera que notara su presencia.

Admito que ver a Andrew me desconcertó un poco y que no se acercara para llegar a saludarlo me extraño todavía más. Pero si ese era el momento en el que estaba poniendo en práctica lo que le había enseñado, no iba a entrometerme.

También admito que sentí algo de desilusión y que traté de recuperarme rápido para que Calum no lo notara. Después de todo, él había sido muy simpático conmigo durante la cita.

Realmente me agradaba, pero no sabía si podía llegar a tener algo más serio.

– ¿Sabes? Realmente me la pase bien hoy. – dijo mientras me dedicaba una amplia sonrisa.

– Admito que yo también. No pensé que fueras tan divertido una vez que dejas de responder con más preguntas. – solté una risa burlona a la que él se unió.

– ¿Supongo que eso es un cumplido?

– Puedes tomarlo como quieras.

Pude sentir sus ojos recorrerme entera, como si quisiera dar algún paso pero supiera que no es el momento adecuado.

Cosa que agradecí y decidí pasar por alto.

– ¿Qué te parecería tener otra cita?

Vaya, no pensé que me pediría salir de nuevo.

Y tampoco se porque terminé aceptando.

Llegar a casa siempre supone un vaivén de emociones

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Llegar a casa siempre supone un vaivén de emociones.

Sobre todo, emociones negativas.

Eso que para muchos es un hogar. Para mí solo eran cuatro paredes y un techo.

Frío, sin recuerdos y sin nada que mejorar.

– ¿Ese era tú novio?

Vaya, se había tardado demasiado tiempo en preguntar.

– No, mamá. Simplemente estamos conociéndonos. No es nada más.

– ¿No es o no quieres? Has salido con demasiados chicos, Maddy. ¿No crees? ¿O voy a tener que advertirle al chico que tenga cuidado porque será tú próximo follamigo?

Convertí lo que hace horas era una sonrisa en una mueca de disgusto.

Estaba más que acostumbrada a ese tipo de comentarios.

Sobre todo si venían de mi madre.

– ¿Sabes, Maddy? Deberías hacer algo de provecho y dejar esas baratijas del arte. No va a servirte para nada. En cambio, consíguete un buen hombre, con clase y dinero. Alguien a tú altura.

Seguí mi camino hacia mi habitación.

No pretendía seguir escuchando sus palabras.

Cerré de un portazo y apoyé la frente en la puerta.

Terminé sentándome en el piso con la cara entre las rodillas. Repitiéndome que habían existido días peores y palabras más fuertes.

Tal vez era mi culpa.

Tal vez yo misma provocaba todas las comparaciones y dudas sobre mi amor por el arte.
Realmente no tenía tanta esperanza en mí misma.

Dudaba de que fuera buena, porque tal vez no lo era.

No podía soportarlo más. Necesitaba salir de allí.

Así que hice lo mejor que se me ocurrió y terminé marcando al único número que sabía que contestaría.

– ¿Maddyson? – escuche su voz a través de la línea.

Seque una de las muchas lágrimas que habían comenzado a salir sin previo aviso, tomé aire y traté de calmarme.

– ¿Podemos adelantar para hoy las lecciones?

Andrew no vaciló ni un segundo en aceptar.

No sabía si había escuchado la desesperación en mi voz, o si no tenía nada que hacer y le sobraba el tiempo.

Nada de eso me importó cuando salí de esa casa sin mirar atrás.

Siguiendo al corazón © #2 - Saga Four Hearts. 💜(en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora