La primera impresión siempre es importante.
Después de que en una fiesta él arruina su cita de la noche, todo se descontrola.
Siempre coinciden pero no se soportan.
Ella cree que es gruñón, arrogante y un fastidio.
Él cree que ella es fría, calculad...
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El viaje hacia casa de mis padres por lo general era aburrido, a excepción de la música que sonaba siempre en el estéreo del auto.
No estaba muy acostumbrado a tener compañía y tenía que confesar que ver esa cabellera dorada en el asiento del copiloto cada que giraba la cabeza todavía era algo extraño.
Maddyson paso la mayor parte del viaje durmiendo, ya que era un trayecto un poco largo había momentos en los que simplemente quería limitarme a contemplarla, ver su semblante tranquilo y como su pecho subía y bajaba en un compás rítmico.
Era raro no verla con el ceño fruncido por alguna tontería que dije o que me mirara con esa sonrisa burlona que tanto la caracterizaba cuando comenzaba a meterse conmigo. Pero si era realmente sincero, prefería ver ese semblante tranquilo. En lugar de la máscara que usaba constantemente y que había comenzado a reaparecer entre nosotros sin alguna explicación que pudiera encontrar.
Había conducido una parte de la noche y los primeros rayos estaban comenzando a colarse en el cielo, dándonos una vista preciosa del amanecer.
No había caído en cuenta que tenía un par de ojos azules mirándome.
— Si sigues mirándome así Maddyson, voy a contemplar la opción de abandonarte con los animales del bosque.
— Veo que amanecimos de buen humor. — Susurro.
— Pensé que dormirías un rato más.
— ¿Sabes? Puede sonar extraño, pero suelo despertarme siempre cuando esta amaneciendo. No me quejo, me gusta disfrutar de la vista, pero a veces es algo tedioso.
— Supongo que... — mi frase quedo a la mitad por el sonido que provenía de su móvil.
¿Quién carajo estaría llamándola a esta hora?
Ni siquiera mi madre que solía ser un grano en el culo cuando no contestaba llamaba tan temprano.
Tan solo arquee las cejas mirando en su dirección.
Note su incomodidad incluso cuando deje de mirarla.
— No digas nada ¿de acuerdo?
— No sé de qué estás hablando. — dije encogiéndome de hombros.
Me dio una mirada agradecida y seguimos en un cómodo silencio durante el resto del viaje.
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