Capitulo 5

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La mañana no estaba resultando como Sheila se había

imaginado. Después de que Oliver se hubiera marchado

dejándola allí plantada en la puerta con la boca abierta, le

había costado reaccionar. Primero porque, no esperaba que

el beso de un hombre que supuestamente detestaba la hubiera

dejado tan insatisfecha y con ganas de más. Y segundo, por

aquella respuesta. ¿Qué narices había querido decir con

aquello de que no la odiaba, que solamente se protegía? ¿De

quién se protegía? ¿De ella? Era absurdo. De mala gana

había cerrado la puerta, y una vez en los vestuarios había

seguido dándole vueltas a la cabeza con el mismo tema

mientras se ponía el uniforme. Samuel la había pillado en

Babia mirándose al espejo acariciándose los labios. Sabía

que era una locura, pero tenía la sensación de que su labio

inferior aún cosquilleaba por aquel beso. ¿Qué coño le

estaba pasando?

Aguantó estoicamente durante diez minutos las

burlas de su compañero que por lo visto creía que había

estado toda la noche como una quinceañera dándose el lote

con un tío. Según él, la delataban las rojeces que tenía

alrededor de su boca y sus labios hinchados, así que ni

siquiera se molestó en sacarlo de su error.No es que estuviera muy equivocado, porque sí que

se había dado el lote con un tío, pero no había sido durante

toda la noche. Solo había sido durante unos pocos minutos,

pero joder, qué minutos más intensos y placenteros.

A duras penas, consiguió que el cotilla de su

compañero dejara de hacer preguntas al respecto y se

pusieran manos a la obra olvidándose del tema.

Hasta ahora que, estando en sus veinte minutos de

descanso, volvía a estar pensando en lo mismo. La única

explicación que encontraba para sentirse así, era que había

pasado la noche prácticamente en vela y su cerebro estaba

atrofiado por el cansancio.

¿Qué otra cosa podía ser si no? Dio un último sorbo

a su café y miró la hora en el móvil, aún le quedaban tres

horas para terminar su turno. Tres horas que se le iban a

hacer eternas. Estaba deseando llegar a casa, darse un buen

baño, meterse en la cama y olvidarse del mundo, del rubiales

y de aquel puñetero beso.Oliver se despertó muy tarde, demasiado tarde para

lo que él estaba acostumbrado. Pero es que, cuando había

llegado a casa después de haber estado con la asturiana, no

había podido dejar de pensar en ella. En ella, y en lo que

aquel beso parecía haber despertado en él. Antes de

Bienvenida al club,relajate y disfruta.(Lust #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora