Una hora y quince minutos después de realizar esa llamada
estaba frente a la puerta del Lust. El mega exclusivo club
sexual del rubiales, dispuesta a llevar a cabo su venganza
personal contra aquel gilipollas integral. Se había cambiado
de ropa, por supuesto. Ahora llevaba unos pantalones
cortitos de cuero negro que abrochaban en la parte delantera
con una cremallera plateada. Una camisa del mismo color
semi transparente. Como hacía mucho frío, se había puesto
unas medias negras de piel de melocotón y se había calzado
unos botines que tenían un taconazo de infarto. Se vistió a
conciencia. Lo mismo había hecho con el maquillaje. Ahora
sus ojos parecían más profundos maquillados en tonos
grises. A su boca le había puesto un gloss rojo. Quería que el
cabronazo del rubiales se quedara ojiplático en cuanto la
viera.Respiró hondo y envió un mensaje a su amiga para
que estuviera al tanto de su llegada. Todavía no sabía qué
demonios iba a contarle para tratar de explicar por qué había
cambiado de opinión respecto a terminar la fiesta con ellos,
y más teniendo que madrugar tantísimo al día siguiente. Pero
algo se le ocurriría. Lo que no iba a decirle ni de coña, era
que su hermano tenía que ver con aquella decisión de última
hora. Se puso el antifaz que él le había regalado y cargando
sus pulmones de aire entró. Por fin ponía un pie en aquel
antro y estaba acojonadilla, para que negarlo. No tenía ni la
más zorra idea de qué se encontraría allí, pero visualizar la
venganza la hizo tener las agallas que le faltaban para
caminar con seguridad y dirigirse al chico que estaba en lo
que parecía ser una recepción. Le dio su nombre y esperó a
que éste comprobara la lista que tenía encima del mostrador
de mármol negro y brillante. En cuanto lo localizó, le hizo
una señal con la mano para que lo siguiera, y la acompañó
hasta un gran salón repleto de gente. Miró a un lado y a otro.
Fue fácil localizar a sus amigos gracias al vestido
llamativo de Dairene. Con decisión se encaminó hacia ellos.
No quería pensar, sólo actuar. Ella podía ser una
gran actriz si se lo proponía. Lo había demostrado tiempo
atrás cuando su vida era una mierda y en cambio ella, hacía
creer a todo el mundo que era maravillosa. Con una gran
sonrisa pintada en la cara, se plantó al lado de Dairene que la
miró asombrada.
—Hola—saludó.—Joder, ¿eres quién creo que eres?
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Bienvenida al club,relajate y disfruta.(Lust #2)
RomansaSheila, una asturiana de armas tomar que abandona su tierra natal dispuesta a buscarse la vida, y de paso, recuperar el control de ésta, llega a Nueva York arrasándolo todo a su paso con su fuerte personalidad. Dos titanes que están destinados a enc...