Capitulo 12

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Una hora y quince minutos después de realizar esa llamada

estaba frente a la puerta del Lust. El mega exclusivo club

sexual del rubiales, dispuesta a llevar a cabo su venganza

personal contra aquel gilipollas integral. Se había cambiado

de ropa, por supuesto. Ahora llevaba unos pantalones

cortitos de cuero negro que abrochaban en la parte delantera

con una cremallera plateada. Una camisa del mismo color

semi transparente. Como hacía mucho frío, se había puesto

unas medias negras de piel de melocotón y se había calzado

unos botines que tenían un taconazo de infarto. Se vistió a

conciencia. Lo mismo había hecho con el maquillaje. Ahora

sus ojos parecían más profundos maquillados en tonos

grises. A su boca le había puesto un gloss rojo. Quería que el

cabronazo del rubiales se quedara ojiplático en cuanto la

viera.Respiró hondo y envió un mensaje a su amiga para

que estuviera al tanto de su llegada. Todavía no sabía qué

demonios iba a contarle para tratar de explicar por qué había

cambiado de opinión respecto a terminar la fiesta con ellos,

y más teniendo que madrugar tantísimo al día siguiente. Pero

algo se le ocurriría. Lo que no iba a decirle ni de coña, era

que su hermano tenía que ver con aquella decisión de última

hora. Se puso el antifaz que él le había regalado y cargando

sus pulmones de aire entró. Por fin ponía un pie en aquel

antro y estaba acojonadilla, para que negarlo. No tenía ni la

más zorra idea de qué se encontraría allí, pero visualizar la

venganza la hizo tener las agallas que le faltaban para

caminar con seguridad y dirigirse al chico que estaba en lo

que parecía ser una recepción. Le dio su nombre y esperó a

que éste comprobara la lista que tenía encima del mostrador

de mármol negro y brillante. En cuanto lo localizó, le hizo

una señal con la mano para que lo siguiera, y la acompañó

hasta un gran salón repleto de gente. Miró a un lado y a otro.

Fue fácil localizar a sus amigos gracias al vestido

llamativo de Dairene. Con decisión se encaminó hacia ellos.

No quería pensar, sólo actuar. Ella podía ser una

gran actriz si se lo proponía. Lo había demostrado tiempo

atrás cuando su vida era una mierda y en cambio ella, hacía

creer a todo el mundo que era maravillosa. Con una gran

sonrisa pintada en la cara, se plantó al lado de Dairene que la

miró asombrada.

—Hola—saludó.—Joder, ¿eres quién creo que eres?

Bienvenida al club,relajate y disfruta.(Lust #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora