Capitulo 22

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«¡Mierda, mierda y más mierda!—Gruñía por lo bajo Sheila

vaciando por tercera vez el contenido de su bolso encima de

la cama—. ¿Dónde narices habré metido el teléfono?».

Volvió a guardar las cosas dentro del bolso y salió de la

habitación. Cogió el anorak que la noche anterior había

dejado en el respaldo de una de las sillas y buscó con

desesperación. Esa mañana, se había despertado con la

intención de enseñarle a Dairene los vídeos de Las Vegas, y

al no encontrar su teléfono donde suponía que debía estar, no

le dio importancia, era un puto desastre, ya aparecería. Pero

ahora que estaba a punto de irse a trabajar, el maldito

aparato no aparecía por ningún lado. Y lo necesitaba. O,

¿no? Bueno, daba igual, tenía que aparecer y punto. Buscó

por toda la casa, incluso miró dentro de la nevera por si le

había dado por dejarlo allí cuando cogió la cerveza antes de

hablar con su amiga, pero tampoco estaba. De repente, el

recuerdo de lo que había pasado en casa del rubiales asaltó

su mente con fuerza y se le encogió el estómago. La imagen

de ella con el teléfono en la mano y él, arrebatándoselo con

furia y tirándolo encima del sofá, la dejó sin respiración. No

podía ser que hubiera sido tan imbécil para irse de allí sin

haberlo recogido. Pues iba a ser que sí, que no sólo era

imbécil, además era una mema.¿Qué cojones iba a hacer ahora? ¿Plantarse en su casa para

recuperarlo? No, joder, no quería volver a ver al rubiales.

¿Entonces qué? Bueno, podía hablar con Dairene y que fuera

ella en su lugar. Tampoco es que lo usara mucho, a lo sumo

un día a la semana para hablar con su familia.

Ella no era de esas personas que se pasaban el día colgadas

del teléfono. Su círculo de amistades era bien escaso, y las

redes sociales se la bufaban. ¿Y si le pasaba algo a sus

padres o hermano y trataban de ponerse en contacto con ella?

Dios, se le estaba poniendo hasta dolor de cabeza con el

tema.

También podía comprar uno nuevo y llamar a sus

padres lo antes posible, se sabía sus números de memoria...

pero perdería las fotos de ellos que guardaba con tanto

cariño. Y los vídeos de su fin de semana loco en la ciudad

del pecado y el juego... Decidido, se lo diría a Dairene y que

fuera ella la que se rompiera los cuernos con su hermano.«Cobarde—le dijo una vocecita dentro de su cabeza

—. No quieres verlo porque tienes miedo de sucumbir a sus

encantos». Sacudió la cabeza con fuerza para zarandear

Bienvenida al club,relajate y disfruta.(Lust #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora